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EJERCITO TIERRA 928

69 •  Los reyes Borbones (siglo xviii), ya sin Italia ni Flandes, trajeron un ejército a la moda francesa, regimental y reglado, con soldados de oficio distribuidos por guarniciones y capitanías en la totalidad del territorio nacional. Era un ejército con una Guardia Real poderosa, un núcleo de regimientos de línea y otro similar de distribución provincial, siguiendo esa vocación exterior e interior heredada de los Austrias. En tiempos del marqués de la Ensenada, hacia 1751, contaba con unos 60.000 hombres. Carlos III, a raíz de las Reales Ordenanzas (1768) y la Real Ordenanza de Reemplazo (1770), que institucionalizaba la quinta como un procedimiento anual de reclutamiento, trató de situar el ejército sobre unos teóricos 115.000 hombres, de los que probablemente conseguiría una cobertura del 70%. Este ejército aguantó bien los tiempos de las guerras de sucesión europeas, de los Siete Años (1756-63) y de la Independencia americana (sobre 1780), pero sucumbió, como tantos otros, frente al ejército nacional y patriótico de Napoleón. •  Surgidos de la devastación de la guerra de Independencia y de la primera guerra carlista (1833-40), el denominado «Gobierno de los generales» (Espartero, Narváez y O´Donnell) hacia mediados del siglo xix se esforzó por devolver al ejército su esencia regular, apartando definitivamente el espíritu guerrillero (voluntarios realistas), la milicia nacional (tan próxima si no integrante del Partido Progresista) e integrando las unidades provinciales como ejército de reserva. El ejército permanente se movía sobre los números pretendidos por Carlos III. El resultado fue muy aceptable, y un ejército de soldados de reemplazo (de voluntarios, por sorteo, por sustitución y más tarde de cuota), bajo mandos profesionales salidos de las academias militares, con unas unidades en activo y otras en reserva susceptibles de ser movilizadas, quedó constituido. El Ejército nacional, que tenía sus Estados Mayores, se articulaba en regimientos que se distribuían en grandes unidades, y estaba asistido por la Guardia Civil y los Carabineros. Este ejército operó en el exterior de forma continuada (guerra de Marruecos 1859-60 y siguientes, denominadas de Prestigio y de Ultramar) y pervivió en sus rasgos fundamentales y números similares prácticamente hasta nuestros días, cuando a partir del año 2000 empezó a fraguarse el ejército voluntario. Curiosamente, en estos tres momentos y a lo largo de la historia —digamos de Felipe II (1580), Carlos IV (1800) y Alfonso XIII (1910)— y reconociendo que los tiempos de transición han sido obviados, el ejército rondó esa cifra mágica de los 100.000. Hubo dos excepciones notables, una de rebaja en el siglo xviii (Reales Ejércitos de los Borbones de soldados de oficio) y otra de aumento en la segunda mitad del siglo xx (ejército del servicio militar obligatorio). Además, hay un aspecto organizativo que no debemos ignorar. El ejército imperial era autónomo, se bastaba con sus medios. El borbónico, de línea (y Guardias Reales) se reforzaba con el provincial cuando operaba. El nacional era un solo bloque, donde las reservas, una vez movilizadas, nutrían las filas del ejército activo. Igualmente, debemos mencionar la influencia europea operando en diferentes niveles en el Ejército. En España fue muy notable la francesa (siglo xviii y principios del xx), la italiana (siglo xvi y parte del xviii), la prusiana (finales del xviii y del xix) y la angloamericana (mediados del xx a nuestros días). BUSCANDO PARÁMETROS El ejército voluntario actual puede rondar los 80.000 soldados, e incorpora algo más de un 10 % de mujeres. La tentación y la racionalidad nos llevaría a buscar parámetros para poder realizar comparativas con los modelos anteriores (el imperial, el borbónico, el nacional). Quizá un primer parámetro lo debiéramos buscar en las «capacidades militares», ese término nos ha servido para dotarnos de un lenguaje doctrinal común, para planificar y poder asignar recursos, a la vez que comprobar los niveles de eficacia. Sería tentador ir a través de esas capacidades como superioridad de fuegos, protección y supervivencia, movilidad y proyección, mando y control, maniobra, etc.2 Podríamos decir que los tercios imperiales eran muy flexibles y tenían una gran capacidad de maniobra; que aquellos de En el siglo XVI los Tercios conformaban un ejército creado para la guerra y organizado para la campaña Nuestro Ejército, en la actualidad, es el resultado de unos planes y una política militar concreta que lo define


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