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LA CONFERENCIA SOBRE LIMITACIÓN DE ARMAMENTO DE WASHINGTON... La convocatoria Inspirándose en el artículo VIII de la Carta Fundacional de la Sociedad de Naciones (3), el 11 de julio de 1921, siguiendo una resolución del senador William E. Borah, el presidente de los Estados Unidos de América del Norte, Warren Gamaliel Harding, dirigió a las grandes potencias navales una nota convocándolas a una conferencia para limitar los armamentos y tratar de la cuestión del Pacífico. La reunión se celebraría en Washington, en una fecha que debería ser fijada de «común acuerdo». Fueron requeridas Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón (4). Los norteamericanos insistieron en extender la invitación a Francia e Italia, alegando que convenía proceder a un desarme general y que ambas naciones, como potencias que eran, debían estar presentes. Todos los países interpelados aceptaron la invitación, si bien Francia e Italia mostraron ciertos recelos. En Italia, según recogía el rotativo La Época, los diarios manifestaban «un gran escepticismo en cuanto a los resultados de la Conferencia» y vaticinaban «que los delegados de las potencias interesadas no llegarán a nada práctico» (5). No obstante, el país más pesimista acerca de los eventuales frutos de la cumbre fue Francia. Explicaban esta actitud el miedo a un desarme unilateral, los escasos intereses franceses en el océano Pacífico y su incomprensión ante la actitud equívoca de Estados Unidos, que había decidido no integrarse en la Sociedad de Naciones pero convocaba una conferencia especial de desarme (6). El Reino Unido se manifestó completamente de acuerdo con la celebración de la conferencia en cuestión, especialmente al saber que los preliminares tendrían lugar en Londres (7). De los convocados, Japón fue el que más se demoró en dar una respuesta positiva (8). Este retraso, presumiblemente, tenía que ver con los recelos suscitados en (3)  El artículo VIII, en su primer apartado, recogía: «Los miembros de la sociedad reconocen que el mantenimiento de la paz exige la reducción de los armamentos nacionales al mínimum compatible con la seguridad nacional y con la ejecución de las obligaciones internacionales impuestas por una acción común». (4)  MARFIL, Mariano: «Política extranjera. La Conferencia de Washington», en Nuestro Tiempo, núm. 275, (1921), p. 164. (5)  «La limitación de armamentos y las cuestiones internacionales», en La Época, 13 de julio de 1921. (6)  MARFIL, art. cit., pp. 168-169. En el Senado francés, según recogía El Globo, Briand había afirmado: «Francia no puede renunciar, ni renuncia en modo alguno, a las garantías que necesita para su seguridad. Ahora bien, puede que de esa conferencia salga la seguridad para todos los pueblos. Creo—añadió—interpretar fielmente el sentir del Parlamento francés, al dar las gracias al Presidente Harding por haber invitado a Francia a buscar, en unión de las demás potencias, la mejor solución que haya de darse a ese problema mundial». (7)  «La conferencia para limitar armamentos», en El Imparcial, 12 de julio de 1921. Opiniones favorables a la conferencia en el Reino Unido en «Opinión de Robert Cecil», La Correspondencia de España, 16 de julio de 1921. (8)  «Los aliados y los armamentos. Una Conferencia para limitarlos», en El Siglo Futuro, 14 de julio de 1921; Vida Marítima, La Situación Internacional, núm. 695 (30 de julio de 1921), p. 216; «Impresiones acerca de la futura conferencia», en Revista General de Marina, t. LxxxIx (octubre 1921), pp. 563-565. Año 2018 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 11


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