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LAS BRIGADAS DE ARTILLERÍA DE MARINA. CREACIÓN, ORDENACIÓN LEGAL... Parece ser que, a pesar de los progresos de los artilleros en su formación tanto teórica como práctica, sus muchas ocupaciones en los departamentos impedían a veces su asistencia a clase, con lo que su instrucción se resentía. Así lo manifestó en 1753 el marqués de la Victoria a Ensenada, quejándose de que, dado el escaso número de soldados de los Batallones de Marina, se empleaba a los artilleros en funciones que no les correspondían: «… en la Tropa de Brigadas que se halla destinada en los Departamentos de Cartagena, y con especialidad de el Ferrol, no se verifica la asistencia de sus yndividuos, según previenen las Ordenanzas, a las escuelas establecidas, para su (…) theorica, y egercicio (…) a causa de no haver la suficiente tropa de Batallones, para el indispensable servicio de vageles armados, obras, construccion, y custodia de sus Arsenales, en que son empleados por necesidad» (65). Esta impresión fue ratificada dos años después por el mismo marqués de la Victoria a Julián de Arriaga. El 27 de mayo de 1755 le escribe dando cuenta de la revista efectuada a la escuela de Artillería de Marina del departamento gaditano, y aunque manifestaba su satisfacción por los progresos alcanzados por los artilleros, señalaba al ministro el principal inconveniente para lograr mayores éxitos en esta materia: «Assi este Cuerpo lograsse algun augmento al numero señalado por ordenanza, pues los diferentes destinos de los que le componen, en Navios, Arsenales, Almacenes de Polvora, imposibilitan la asistencia de la mayor parte de los estudios, y exercicios» (66). A pesar de las dificultades, los progresos de los artilleros de Marina en su instrucción fueron indudables, como queda demostrado en los resultados obtenidos en los diferentes certámenes y exámenes, que se celebraban prácticamente cada año (67). Buena prueba de su excelente formación es el hecho de que en numerosas ocasiones se pidieron desde el Ejército varios bombarderos y artilleros de Marina para instruir a los propios. Así, en 1770, por ejemplo, el marqués de la Victoria pidió permiso a Arriaga para enviar tres o cuatro bombarderos al capitán general de Cádiz, respondiendo así positivamente a la petición de este, que los requería para instruir al 2.º Batallón del Real Cuerpo de Artillería del Ejército (68). Y, en 1781, Leonardo de la Iglesia, 1.er cabo del Real Cuerpo de Artillería de Marina en Ferrol, obtuvo, tras ser examinado, la plaza de maestro de dibujo y artillería de la Academia de Guardias Marinas en (65)  AGS, Secretaría de Marina, leg. 126. Carta del marqués de la Victoria al marqués de la Ensenada, 5 de junio de 1753. (66)  Ib., carta del marqués de la Victoria a Julián de Arriaga, 27 de mayo de 1755. (67)  A título de ejemplo, las palabras de Francisco Cisneros a Arriaga el 19 de diciembre de 1769, sobre el examen público al que se sometieron las Brigadas de Artillería de Marina de Cartagena: «… el adjunto impreso que acredita la continuada aplicación, con que las Brigadas de este Departamento (…) procuran distinguirse, y han acreditado en el examen publico, que ha presenciado este Comandante General el dia 13 del corriente, obteniendo general aplauso, el honor…». AGS, Secretaría de Marina, leg. 127. (68)  Ib., carta del marqués de la Victoria a Arriaga, 26 de octubre de 1770. Año 2018 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 55


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