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MARIANO CUESTA DOMINGO Key words: Hernán Cortés, «Burning the ships», Naval battle of Tenochtitlan, Explorations in the Pacific. PERSONAJES y hechos destacables de la actualidad y de la historia son objeto de debate en escuelas de negocios, academias militares, universidades, grandes empresas… De vez en cuando ponen su atención en personalidades notorias (sean presidentes de gobierno, intelectuales célebres, actores populares, entrenadores de futbol…), a veces se trata de personajes históricos admirados en su momento o reconocidos en tiempos posteriores (Alejandro, Napoleón…) y en hechos destacados (ejemplos clásicos son las grandes batallas, como Lepanto, Trafalgar, Cartagena de Indias…). Los asistentes a todos esos centros discuten tratando de extraer las enseñanzas que puedan ser de provecho en el ámbito que les es propio, y tales instituciones siguen programando actos de esta índole por más que los ajenos a esos círculos puedan no comprenderlo. En ocasiones, los acontecimientos dieron lugar a interesantes producciones intelectuales: Guerra y paz (Tolstói) o la Obertura 1812 (Tchaikovsky), por ejemplo. Ambas se inspiraron precisamente en una derrota sufrida por Napoleón, después de su pírrica victoria en Borodinó, que se cobró un tributo de 100.000 muertos. Del mismo modo, podríamos actuar con otra fecha y los personajes o hechos que en ella se produjeron; el tema lo merece, y el año, también (1519). Porque coincidieron acontecimientos importantes en aquel mismo tiempo: la elección de Carlos I como Emperador, la publicación de la Suma de Geographia de Fernández de Enciso, la fundación de Panamá, el ajusticiamiento de Balboa, el comienzo de la expedición de Magallanes, el fallecimiento de Leonardo, el inicio de la gran aventura de Cortés… Alguno de ellos, ante la inminencia de su quingentésimo aniversario, está dando mucho juego y no poco jugo. Hoy lo hacemos modestamente en un aspecto de uno muy significativo. El tema propuesto encaja perfectamente en un programa que podría considerarse en lo que antiguamente se denominaba «lección ocasional». Lo es por el año (1519) y lo es, asimismo, tanto por el personaje de referencia como por sus actividades. El conjunto podría simplificarse e intitularse «La conquista que conquistó a su conquistador». No fue el único personaje de la epopeya americana subyugado por el territorio por el que se aventuró. El castúo Pedro de Valdivia, por ejemplo, cantó las maravillas de su conquista con un tinte promocional, se diría ahora. El suyo fue todo un alegato en favor del centro chileno como espacio en el cual todo aquel que quisiera aposentarse hallaría un medio placentero del que dibujó un grato cuadro (2). (2)  «… y para que haga saber a los mercaderes y gentes que se quisieren venir a avecindar, que vengan, porque esta tierra es tal, que para poder vivir en ella y perpetuarse no la hay mejor en el mundo; dígolo porque es muy llana, sanísima, de mucho contento; tiene cuatro meses de invierno, no más, que en ellos, si no es cuando hace cuarto la luna, que llueve un día o dos, todos los demás hacen tan lindos soles, que no hay para qué llegarse al fuego. El verano es 60 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 141


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