del uno al diez) la mayoría de ellos responderían entre nueve o diez. Si preguntamos a continuación cuán impregnados de valores están sus comportamientos diarios, personales y profesionales, la mayoría reconocería que seis o siete (o incluso menos); todos los reclamamos pero también todos nos quejamos de que faltan por todas partes. Entonces ¿qué está fallando? Creo que falta compromiso personal. Para llevar los valores a nuestras organizaciones, a nuestros compañeros y colaboradores, basta con que los despleguemos cada uno de nosotros de forma constante. Es más sencillo de lo que parece. Lo único necesario es que tengamos la voluntad de modificar el tinte de nuestros comportamientos, eso es todo. En cada acción, conversación, negociación, reunión, planteamiento de ideas o diseño de operación, bastará con que seamos rigurosos al ofrecerlos y exigentes en demandarlos. CARACTERÍSTICAS DE LOS VALORES En mi opinión, son cinco características clave: • Responden a la ley natural del hombre, pues todo ser humano con sus comportamientos naturales los puede ofrecer y los aprecia. • Son universales porque son transculturales, 18 / Revista Ejército nº 929 • septiembre 2018 es decir, son válidos en cualquier cultura y son bien acogidos por cualquier persona en cualquier lugar. • Dan solidez vital y credibilidad existencial a la persona que los ofrece. • Son intemporales porque permanecen inmutables en el tiempo, generación tras generación. • La mejor forma de hacerlos entender es con el propio ejemplo diario. Los comportamientos virtuosos se explican por sí mismos. Ofrezcamos un trato a los demás como si nunca fuésemos a tener una segunda oportunidad para una primera impresión. Imaginemos que de ese trato que dispensemos depende nuestro oxígeno para vivir. A mejor trato, más oxígeno. Propongo a continuación catorce virtudes humanas que bien pueden vertebrar nuestro comportamiento: honestidad, honradez, coherencia, lealtad, paciencia, compromiso, humildad, justicia, generosidad, aceptación, confianza, coraje, responsabilidad y libertad. Honestidad: consiste en ser sincero con uno mismo y además revisar la limpieza de nuestras intenciones. Debemos reconocer nuestras trampas con nosotros mismos, nuestros autoengaños. ¿Cómo valoras que las personas con las que tratas sean honestas consigo mismas? Honradez: se trata de ser sincero y limpio de intención con el otro, con aquel con el que nos relacionamos, bien para hacer negocios, para colaborar en un proyecto o bien para disfrutar de nuestro tiempo libre. ¿Cómo valoras que te muestren la verdad de sus intenciones o que te las oculten?, ¿qué haces tú? Coherencia: es el resultado de combinar las dos virtudes anteriores. Tan sencillo como ir con la verdad por delante, tanto en la vida privada como en la profesional, en nuestras acciones y relaciones con los demás. ¿Cuántas veces has ido en contra de ti mismo?, ¿qué has conseguido? Debemos tener la capacidad de que si nos pronunciamos de una manera deberemos comportarnos en consecuencia, si no, mejor ser prudente y permanecer en silencio. De otra forma, seremos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras. Cuando combinamos la honestidad y la honradez, y las vivimos en autenticidad con coherencia logramos ser íntegros. Lealtad: es permanecer comprometido en el tiempo junto a una persona o causa, con independencia del cambio de circunstancias que se produzcan o variación de criterio que pueda tener lugar. La lealtad a uno mismo como antesala de ser leal a los demás será una vitola intangible que pondrá un sutil acento de brillo en nuestra personalidad a la hora de tratar a terceros. ¿Cuántas veces has agradecido gestos de lealtad a lo largo de tu vida y en cuántas ocasiones los has echado de menos?, ¿cuántas veces la has negado a otras personas o causas? Paciencia: entendida como adaptarnos al ritmo natural de las cosas. Es decir, mantener la serenidad y Incluso en situaciones difíciles el buen trato hacia los demás es nuestro mejor oxígeno
EJERCITO 929
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