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EJERCITO 929

La madrileña Plaza de la Independencia podría pasar a denominarse, por ejemplo, «Plaza de la Puerta de Alcalá», «Puerta de Alcalá» o, en atención al monarca ilustrado que mandó construir este monumento, «Plaza de Carlos III» 63 autoridad legal española. José Bonaparte fue sostenido y protegido por las tropas francesas en los territorios que transitoria e intermitentemente controlaban, pero la legalidad de gobierno en España residía en la Junta Suprema Central (1808-1810), el Consejo de Regencia tras su nombramiento por aquella (1810) y las Cortes Constituyentes desde su apertura en 1810 y hasta el fin de la guerra. Cabe señalar, a título ejemplificativo y comparativo, que la consideración de José Bonaparte como rey equivaldría, analógicamente, a la consideración como tal del archiduque Carlos de Austria durante la guerra de sucesión española, entre 1700 y 1715. En efecto, Carlos de Austria fue reconocido rey por varios reinos de la monarquía española y, al igual que José Bonaparte, ocupó durante años parte del territorio español (incluso se instaló en la capital, Madrid). Semejante circunstancia se verificó con los pretendientes carlistas al trono español durante el siglo xix, quienes se consideraron reyes en los territorios que ocupaban. José Bonaparte no llegó a ser (como tampoco lo fue el pretendiente austriaco en los inicios del siglo xviii, o los pretendientes carlistas en el xix) ni de hecho ni de derecho, en ningún caso, rey de España. *** Una vez tratada la inexactitud histórica y la incoherencia conceptual de llamar «de la Independencia» a la guerra hispano-francesa que transcurrió entre 1808 y 1814, conviene abordar las causas de la adopción histórica de tal denominación y, sobre todo, la enorme inconveniencia política y cultural de mantenerla hoy día. El tránsito del siglo xviii al xix es testigo de la pugna por las libertades y contra el absolutismo del Antiguo Régimen. El siglo xix es el tiempo del nacionalismo romántico y de la independencia de naciones que se forjan como Estados en su lucha contra otros Estados durante ese período, como, por ejemplo, Italia o Grecia. La literatura y la historiografía nacionalista española de mediados del siglo xix enlazaron ambos factores (lucha por la libertad y contra el absolutismo y lucha contra el Es preciso, pues, dejar claro que la guerra iniciada en España en 1808 no fue un conflicto independentista, sino que respondió a las características de un proceso complejo, bélico y cuasi revolucionario a un mismo tiempo


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