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13 primeras provincias del califato, cuyo número se ha visto aumentado en repetidas ocasiones. El fenómeno de Dáesh y su capacidad para conseguir una presencia global en apenas unos meses se explica en gran medida gracias a la proliferación de las nuevas wilayat y el surgimiento de agrupaciones de carácter yihadista que le juraron fidelidad. No hay que olvidar que esta rápida expansión y la formación de filiales regionales en apenas dos años es un trabajo que a Al Qaeda le llevó décadas de arduo esfuerzo. Precisamente, Dáesh supo aprovechar a la perfección estas circunstancias y condiciones que habían contribuido a la existencia de focos con tradición yihadista lo suficientemente consolidados, así como las redes establecidas años atrás por Al Qaeda para conseguir una mayor difusión de su mensaje en menor tiempo. En este sentido, se podría decir que la organización que en su día lideraba Osama bin Laden fue la encargada de ir abriendo puertas y el autodenominado Estado Islámico solo ha tenido que ir tras el camino trazado. No obstante, tampoco hay que desmerecer el trabajo que ha hecho el grupo de Al Baghdadi, que ha sido capaz, gracias a sus éxitos sobre el campo de batalla y a su potente aparato propagandístico, de hacer frente en mayor o menor medida a Al Qaeda en regiones donde sus franquicias llevan mucho tiempo arraigadas, mientras que, en otras, se ha convertido en el principal referente. EL JURAMENTO DE FIDELIDAD El fenómeno yihadista global no se podría comprender en su totalidad de no ser por la larga trayectoria de escisiones entre las organizaciones que lo representan, así como por la competencia entre distintos grupos para destacar sobre los otros y, de esta forma, convertirse en focos de atracción para los intereses de las dos grandes estructuras centrales que han existido deseosas de expandir su nombre a escala planetaria: Al Qaeda y Dáesh. El éxito cosechado por Dáesh a la hora de difundir su «marca» a nivel mundial es innegable. La mejor muestra de ello es el elevado número de agrupaciones que han pasado a realizar el juramento de fidelidad (bay’ah). De hecho, varias de ellas se han convertido en filiales de Dáesh tras dejar de lado los lazos de fidelidad con Al Qaeda, como es el caso de la facción de Abu Sayyaf liderada por Isnilon Hapilon, que en el verano de 2014 mostró su apoyo a Al Baghdadi, aunque no fue hasta 2016 cuando se formalizó la alianza al ser aceptado su juramento de fidelidad. Tras la muerte del líder del grupo yihadista filipino durante la recuperación de Marawi en la segunda mitad de 2017, no es seguro que su nuevo representante mantenga los lazos con Dáesh, como sería previsible, o vuelva a acercarse a Al Qaeda. En este sentido, el Sudeste Asiático junto con la región del Sahel, representan posiblemente los mejores escenarios para profundizar en este juego de alianzas que mantienen las organizaciones yihadistas más pequeñas respecto a las grandes franquicias, y es interesante su estudio para conocer, desde otra perspectiva, el fenómeno yihadista global. No hay que olvidar que la propia Al Qaeda, desde sus orígenes, ha renovado en distintas ocasiones el juramento de fidelidad que mantiene hacia los distintos mulás que han ocupado el cargo como líderes yihadistas, como se verá en un capítulo posterior dedicado a las franquicias y grupos afiliados de Al Qaeda. Estos juramentos necesariamente se tienen que volver a realizar tras la muerte de uno de los dos líderes que suscriben la alianza. Durante estos últimos años, Dáesh ha intentado aprovechar estas situaciones puntuales de transición para buscar nuevas alianzas con grupos que han permanecido vinculados tradicionalmente a Al Qaeda. El mejor ejemplo de ello se dio en septiembre de 2014 cuando, tras la muerte de Ahmed Godane, líder del grupo somalí Al Shabaab, hubo movimientos para que se produjese un cambio de alianzas, algo que finalmente no sucedió. Sin embargo, apenas un año después se produjo una escisión en el grupo, y un grupo de 200 a 300 individuos1 pasó a formar parte del Estado Islámico en Somalia, que se asentó en la región semiautónoma de Puntland. Tampoco hay que olvidar que, a los pocos días de esta escisión, varios de los líderes que habían optado por el cambio de alianza fueron detenidos y ejecutados por miembros de Al Shabaab. Sin embargo, a pesar de la escasa actividad y las dificultades de los primeros meses, el Estado Islámico en Somalia no ha dejado de crecer y cada vez está ampliando su radio de actuación, así como sus operaciones mediante distintos atentados terroristas que en líneas generales, siguen los mismos patrones que los de Al Shabaab, aunque en la actualidad sigue sin haber punto de comparación entre el potencial de una organización y otra. «Los grupos que juran fidelidad a Dáesh provienen de escisiones de otros grupos o por el cambio de afiliación del grupo en su totalidad» El estudio de los grupos que han jurado fidelidad a Dáesh permite concluir que principalmente el proceso por el que se constituyen como tal tiene dos vías. Por un lado, el surgimiento de nuevas formaciones a partir de escisiones de otros grupos ya existentes, y que fundamentalmente mantenían su alianza previamente con Al Qaeda; y, por otro, el cambio de afiliación del grupo en su totalidad. Se podría establecer otra vía, menos clara que las dos anteriores, en la que se incluiría a aquellos nuevos grupos que tras su nacimiento deciden jurar fidelidad a Dáesh. Sin embargo, este último caso es muy poco frecuente, ya que la mayoría de estos nuevos actores proceden de escisiones de otros ya existentes y se retroalimentan unos a


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