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9 que sobrevendrían después. Luengo y Mizzian se despidieron desde lejos, por entre posiciones incendiadas y griteríos de aniquilación. Fueron tantas las matanzas verificadas, que sus memorias poco guardaban de aquellos horrores. Recordar lo sufrido agobia; pero revivir lo que debió hacerse para evitar que cientos de soldados perdieran sus vidas entre padecimientos de inasimilable comprensión, no solo tortura, sino que mata a quien, insomne, bucea en tales abismos, que solo devastación funeraria y silencio exponen. UN (DIFÍCIL) TIRO DE COSTADO Y DOS HÉROES EMBALSAMADOS El cadáver del jefe de los Regulares de Alhucemas llegó a la capital del Protectorado dos días después. Ese mismo día, sábado 21 de noviembre de 1924, en el Hospital Militar de Tetuán, tres militares se enfrentan a desafíos insorteables. Sus nombres, edades y rangos: comandante doctor Eduardo Lomo Godoy, 42 años, tenientes médicos Antonio Peñamaría y Miguel Cadenas Rubio, de 28 y 26 respectivamente. Adversidades a las que se enfrentan: embalsamar los cadáveres de dos jefes del Ejército con putrefacción avanzada: uno es el del general Serrano, que suma cincuenta y cinco horas fallecido; otro es el del teniente coronel Temprano, que ha cumplido cuarenta y nueve horas muerto. Tiempos asimétricos para cuerpos anatómicamente distintos y fallecimientos no menos divergentes. Peñamaría, tras descansar un día escaso, había reentrado de guardia. A él le toca inspeccionar el último cuerpo ingresado y emitir el parte clínico. En relación a Temprano, escribió: «Herida por arma de fuego, con orificio de entrada en lado superoexterno del rombo plopíteo».7 Al teniente coronel le dispararon desde el flanco izquierdo del eje que su carga llevaba hacia el Mitzal. Tiro lateral y malhadado, pues al atravesarle el muslo, le salió por el hueco poplíteo, en el núcleo venoso-arterial, justo donde la femoral se bifurca: femoral derecha (cara exterior del muslo) y femoral izquierda (cara interior). El proyectil, en su destructiva salida, lo hizo por el centro, antes de la bifurcación femoral, donde la arteria alcanza su mayor grosor. De ahí la gravedad de tal herida, mortal siempre si no se consigue clausurar pronto la hemorragia.8 La poplítea —del latín poplis-poplitis, «la corva»—, indica la parte inferior de la rodilla donde esta articula su juego. A Temprano le mató un tirador apostado en las alturas que flanqueaban el Mitzal, desde un blocao o parapeto de los abandonados «prematuramente », eufemismo para ocultar la falta de hombría de quienes ni media mañana resistieron ante la harca y merecieron ser fusilados con arreglo al Código de Justicia Militar de 1920. Así mataron a Temprano, con un tiro de costado, cuando su cuerpo ondeaba sobre el viento de su carga, las piernas tan hincadas en su ansia de victoria que parecían salírsele del tronco como arbotantes góticos, postura semivertical que la trayectoria de su herida explica. A Temprano le alcanzó un tiro puntillero a fuer de ir sesgado —angulación de 70º a 250º— cuando cabalgaba en el extremo derecho de la primera o segunda hilera, pues solo así, el encajar aquel disparo, fue al suelo sin que le arrollaran los cascos de los caballos de las siguientes filas. Temprano no esperó la orden de Serrano para iniciar su retirada. Entre el 8 y el 17 de noviembre, al frente de sus tabores (batallones) de infantería y escuadrones, tres audaces descubiertas completó entre Dar Acobba y Zoco el Arbáa. Ordenó la evacuación de posiciones indefendibles y las situó en lugares apropiados. Entre estos, «un puesto fortificado sobre la aguada del Mitzal», justo el lugar desde donde lanzaría su carga. Eso hizo Temprano, pero sus hombres más: volvieron a Xauen exhaustos, descansaron un día (18 de noviembre) y al siguiente salieron en pos de la vida sin claudicar ante el miedo ni la muerte. EMBALSAMAR: SINÓNIMO DE «ADECENTAR» Y «VISITAS» A LOS CADÁVERES EXPUESTOS En Tetuán, ante el dilema presentado, el equipo que dirige el doctor Lomo Godoy inició su agobiante tarea por el cadáver más fuera de horario mortuorio y límites fisiológicos: el de Serrano Orive. Cuerpo enorme no ya grande, lleno de sangre y fluidos, con heridas en puntos sensibles para la estética de un difunto: los dos lados de su cuello. Su volumen corporal puede medirse por la cantidad del líquido requerido para anular el proceso de putrefacción: «Se inyectó a presión una solución de formol, en cantidad de ocho litros, hasta conseguir la aparición de espuma por la boca y nariz del cadáver». A continuación «se le practicaron inyecciones de formol en las cavidades abdominal y torácica». Terminada esta fase, «se procedió al vendaje del cuerpo y la toilette (en francés, en el original) correspondiente». Adecentado y digno, «el cadáver del general Serrano fue encerrado (sic) en una caja de cinc, soldada herméticamente, depositada en su féretro».9 Los cuerpos embalsamados de Serrano y Temprano llegaron a Ceuta el domingo 22. En el Hospital Central se instaló la capilla ardiente. La ciudad entera anhelaba rendir homenaje a los incorruptos héroes. De la sincera emoción ceutí, la crónica periodística hizo penoso resumen, pues el engendro lingüístico resultante finalizó así: «teniéndose (sic) que regularizar (sic) la entrada (¡!), pues toda Ceuta quiere desfilar para visitar (¡!) los cadáveres».10 Desde el puerto español de la patria africana, a los héroes separaron. Caídos el mismo día de su combate final, imperativos de familia y honras fúnebres institucionales, impidieron que hicieran juntos la travesía hacia la patria peninsular. Temprano fue a Así mataron a Temprano, con un tiro de costado, cuando su cuerpo ondeaba sobre el viento de su carga


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