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TEMAS GENERALES identificar a un mercante, en el caso de los de guerra. Además, estaba la llamativa costumbre de disfrazarse con banderas de otras naciones hasta que se abría fuego, como popularizó no hace mucho la película americana Master & Commander: The Far Side of the World, que puede parecer una típica trampa inglesa y sin embargo era práctica bastante común. Añádase que si bien los barcos de las grandes naciones eran de factura más o menos similar para quien no los conociera muy bien, en el caso de agrupaciones la confusión era muy improbable. por todo ello no es raro que, por mucho que el Decreto de valdés diga lo que dice, no haya documentado ningún caso suficientemente notable que responda al riesgo en cuestión. no se encuentra desde luego en el cronista de la Armada por antonomasia Cesáreo fernández Duro, ni en ningún otro cronicón al uso (3). y aunque hubiera alguno aislado en fechas anteriores y relativamente próximas a la del decreto, y de la gravedad que explicara que se tomara tan importante decisión, habría que estudiarlo con mucha prudencia, pues resulta que el runrún de que hacía falta cambiar de bandera viene de muy atrás, a juzgar por la muy mencionada afirmación que se hace en las Ordenanzas navales de fernando vI (las de 1748) cuando establece la bandera nacional que usarán sus bajeles de guerra, que a pesar de que viene ya de su padre, que ordenó en 1732 que se utilizara «con el escudo de armas en la forma que se practica», claramente fernando vI dice que es de forma provisional, hasta que decida otra cosa. si la razón que movía a pensar en tal posibilidad era la misma que motivó el cambio que se ordenó veintisiete años después, y esta fue la que el decreto que lo hizo declara, entonces debería haber muchos casos de confusiones de banderas que obligaran a pensarlo antes de las Ordenanzas de fernando vI y que después mantuvieron el asunto en candelero. y ya se ha dicho, no se sabe de ninguno. Dejo para más adelante contemplar las implicaciones que tendría el considerar que la razón del anuncio de fernando vI y el cambio ordenado por Carlos III fuera diferente, que en cualquier caso no afectaría a las consecuencias de la carencia de sucesos registrados que expliquen la preocupación por la confusión de pabellones. En definitiva, en principio hay que descartar que las identificaciones de los pabellones nacionales  «a largas distancias ó con vientos calmosos» fuera un problema tan preocupante como para motivar por sí solo el cambio de la bandera que indicaba la nación de los barcos de la Armada. Ante lo cual cabe preguntarse por qué el decreto lo aduce, y en exclusiva, como razón para una acción tan importante como la modificación de los pabellones que usaba reglamentariamente nuestra Marina. La pregunta es desde luego pertinente, y habrá de ser contestada, pero debemos tratar antes otras cuestiones que se (3) O’Donnell cita uno, pero se trata de una falúa, que usaba la bandera departamental morada, no la blanca. 2018 489


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