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TEMAS GENERALES ¿Un problema cromático? Entremos ahora en una cuestión más importante, como es la afirmación de que el cambio de la enseña de los barcos del Decreto de valdés obedeciera a la necesidad de eliminar el riesgo de confusión con otras banderas. son varios los argumentos que hacen difícil aceptar que esa fue la única razón para un cambio tan significativo, y más aún que fuera la causa principal. para empezar, solo las naciones regidas por monarcas de la familia Borbón tenían banderas similares a la que usaban los barcos españoles, que como se sabe era blanca con las armas del rey en el centro, completas en las más grandes (la de popa y la de combate) y solo las de Castilla en las menores (las de tope, de proa, de botes, etc.), y no como ha sostenido alguien, también la de la gran Bretaña. Es cierto que una de las tres escuadras navales británicas de entonces usaba una con fondo blanco —las otras dos lo tenían rojo o azul—, pero la cruz roja de san Jorge que desde el centro llegaba a sus cuatro lados y, sobre todo, el símbolo de la unión (el comúnmente conocido como union Jack) en el cantón superior izquierdo hacían que la confusión fuera muy improbable, a menos que por falta total de viento esta cayera a plomo, en cuyo caso ningún arreglo de colores podría evitar el mismo resultado. Con las naciones que usaban banderas, por borbónicas, similares a la española, poco peligro podía haber cuando sus barcos se encontraban en la mar, porque eran aliados y, al ser reconocidos como tales ya no se producía reacción indebida alguna. y similar razonamiento hay que aplicar en el caso de que un barco enemigo de aquellas aliadas no distinguiese bien la nación concreta del buque aislado o escuadra en formación con que se hubiera encontrado, pues la alianza era en aquellos tiempos tan fuerte que en la mayoría de las ocasiones el enemigo se veía obligado, o tentado, a atacar, tanto si su oponente era de una nación como si lo era de otra, especialmente si era inglés, que era lo más probable. por eso, casi se podría decir que tal confusión era deseable, tanto como lo habría sido en tiempos de la guerra fría para un barco de la OTAn un encuentro con uno soviético, y entiéndase que nos referimos a que el primer beneficio de esta ambigüedad sería evitar el combate, no provocarlo. para comprender cabalmente esto, no hay más que situarse en el escenario estratégico en que se encontraba España en el año de la firma del Decreto de valdés, 1785. solo hacía dos que se había firmado la paz de parís, por la que la gran Bretaña reconocía la independencia de los Estados unidos, lograda con la ayuda tanto de francia como de España, ambas trabadas en el Tercer pacto de familia. Otro factor a tener en cuenta es el hecho de que, contra lo que da a entender el decreto, los barcos, a la vista de otros, generalmente izaban la bandera nacional en distancias cortas, cuando la necesidad de identificarse se hacía imperiosa, lo cual se producía cuando un buque de guerra se acercaba ostentosamente en el caso de los mercantes, y cuando iban a entrar en combate, o a 488 Octubre


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