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JOSÉ ANTONIO TOJO RAMALLO esperaba de ellas en caso de arribo de un buque con enfermedades contagiosas a bordo. Afortunadamente, durante la repatriación filipina ningún barco trajo la peste consigo. Otro aspecto a analizar es el del trato dispensado al pasaje durante las travesías y el cumplimiento de las condiciones acordadas entre contratista y compañía arrendataria. En el caso que nos ocupa, entre el departamento de guerra del gobierno de los Estados Unidos ―obligado a sufragar íntegramente los gastos derivados de ambas repatriaciones, según lo dispuesto en el tratado de París― y la Compañía Trasatlántica Española, S.A. En ambos casos nos encontramos con flagrantes incumplimientos de las condiciones contratadas, en especial respecto de la cantidad y calidad de la alimentación proporcionada a los pasajeros (60). El asunto cobraría tintes especialmente serios en algunos buques de la repatriación atlántica ―por ejemplo, en el Cheribón―, registrando solo un par de casos en su homóloga filipina. El primero tuvo como protagonista al vapor galo Cachemire en su viaje de regreso de Manila a Barcelona en enero de 1899. Al parecer, el barco carecía de personal de cocina en número suficiente para cubrir las necesidades del pasaje, y servía un menú con una deficiente dieta calórica. El día 5, en ruta hacia Port Said, un grupo de soldados desesperados por el hambre asaltó las cocinas, mató una vaca y repartió la carne con el resto de la tropa. Como resultado de esta acción fue instruida la correspondiente sumaria contra sus autores (61). Pero a bordo viajaban también una treintena de civiles que bien podrían filtrar a la prensa lo sucedido o abrir las correspondientes reclamaciones a su llegada a destino. Quizá por ello, en cuanto alcanzó Suez, el barco fue reabastecido de nuevo con abundantes productos de primera calidad, y dos nuevos cocineros fueron contratados ex profeso para atender a convalecientes y enfermos (62). El resto del trayecto no registró nuevos incidentes hasta el momento del desembarque, en que fueron denunciados numerosos hurtos en las maletas y equipajes de oficiales y tropa, todavía almacenadas en los sollados del Cachemire (63) Abundantes quejas registró también el pasaje del vapor francés Uruguay tras su arribo a Barcelona el 22 de marzo de 1899. Las causas habían sido muy similares: pésimo trato dispensado por la tripulación durante el viaje y, sobre todo, escasez de comida y padecimiento de hambre durante el trayecto (60)  Evening Star, 20 de enero de 1899, p. 8. El departamento de guerra había determinado minuciosamente en contrato las condiciones, alimentos y dosis calóricas recomendadas por individuo y día, sobre la base de lo establecido para sus propias tropas, así como el espacio mínimo recomendado, ventilación e higiene para oficialidad y tropa a bordo de los buques contratados. La dieta debía ser equilibrada y variada, en especial en el caso de enfermos y convalecientes, e incluir a diario determinadas cantidades de pan, carne de cerdo, verduras, legumbres, café, azúcar y agua potable. (61)  El Correo Español, 19 de enero de 1899, p. 2. (62)  La Reforma, 20 de enero de 1899, p. 1. (63)  El Globo, 19 de enero de 1899, p. 2. 110 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 142


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