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A N Á L I S I S Los tres pilares de LA ACCIÓN DE LA UE EN EL SAHEL EL Sahel es un concepto amplio que se refiere a múltiples realidades y, por tanto, incluye, como mínimo, tres acepciones, que podemos analizar como si de círculos concéntricos se tratara. En el círculo más restringido nos encontramos con la acepción institucional del Sahel que hace referencia al G5 Sahel, organización creada por decisión soberana de los jefes de Estado de Malí, Mauritania, Níger, Chad y Burkina Faso en 2014. En un segundo círculo, se situaría la acepción puramente geográfica, ya que el Sahel constituye una franja de unos 5.000 km de largo que se extiende desde el Océano Atlántico hasta el Mar Rojo, abarcando 12 países. Y, ampliando el círculo del Sahel institucional, hablamos de un Sahel geoestratégico, que tiene en cuenta aquellos países con capacidad de influir de forma determinante en los acontecimientos que se producen en el G5 Sahel. Esta acepción incluiría a Argelia, Libia, Senegal y Nigeria, e incluso organizaciones regionales, como la Unión Africana y la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO). Desde la creación del G5 Sahel, la Unión Europea (UE) ha establecido un partenariado con esta nueva organización, celebrando de forma regular una reunión anual entre los ministros del G5 y la Alta Representante de la UE, Federica Mogherini. Ángel Losada Fernández Representante Especial de la UE para el Sahel Asimismo, en sus estrategias y acciones, la UE toma en consideración esta acepción institucional. Una vez hechas estas precisiones conceptuales, cabe señalar cómo el Sahel se enfrenta en la actualidad a un polígono de crisis. En primer lugar, la de seguridad, que se hizo patente desde que estalló la insurrección armada y declaración de independencia en el norte de Malí, con posterior infiltración de elementos terroristas yihadistas y que, en parte, fue consecuencia de la crisis libia. En la actualidad, la situación en Malí continúa siendo frágil y la amenaza yihadista, aunque de alguna manera controlada, sigue afectando y se extiende a otros países de la región. A esta situación se suman debilidades estructurales intrínsecas a la región, como es una precaria situación económica, ya que el Sahel reúne a los países más pobres de África y con el índice de desarrollo humano más bajo: en el último informe del PNUD, en septiembre de 2018, cuatro de los países del G5 se encuentran en los últimos ocho puestos de desarrollo humano en todo el mundo, ocupando Níger el último de ellos. Mauritania se sitúa en el puesto 159 de 189 países analizados. A esta crisis estructural se une una desaceleración económica coyuntural. Tal y como se recoge en las Conclusiones del Consejo de la UE sobre el Sahel y Malí del pasado 25 de junio, hay una crisis alimentaria en un contexto de creciente fragilidad, provocada por sequías, como consecuencia directa del cambio climático, por lo que cabría hablar de una crisis medioambiental. Esta situación ha provocado un fuerte aumento del precio de los alimentos, en una región cuya economía depende en gran medida de la agricultura y el pastoralismo. Además, esta crisis afecta particularmente a los colectivos más vulnerables: refugiados y personas desplazadas internamente debido a los conflictos armados, mujeres y niños. Todo ello genera una situación de pobreza e inseguridad, creándose un círculo vicioso. Como colofón, cabe hablar de una crisis política y de gobernanza, de tal manera que la débil gobernanza y ausencia del Estado de Derecho en amplias franjas de la región conduce a que los gobiernos sean incapaces de garantizar el acceso para la totalidad de la población a los servicios básicos, como agua y saneamiento, o la educación primaria; lo que, unido a las crisis mencionadas anteriormente, conduce a altas tasas de desempleo, dada la escasez de oportunidades para los jóvenes. En este contexto, y ante la falta de alternativas, cierto número de jóvenes se alista a grupos terroristas o participa en redes de tráficos ilícitos no por convicción, sino como única manera de supervivencia. Otros jóvenes optan por migrar. Y cuando hablamos de jóvenes en el Sahel, nos estamos refiriendo a la mayoría de la población. Por ejemplo, en Mauritania el 44 por 100 de la población es menor de 15 años (según cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas de Mauritania). Esta tendencia va a continuar de la mano de una explosión demográfica que va a provocar que la población de los países 52 Revista Española de Defensa Diciembre 2018


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