Page 19

Revista_Ejercito_932_Extra

19 liberación habían quedado libres para reforzar Tenín. El balance de bajas en la 8.ª compañía era ya desolador, dieciséis en total: cinco muertos y cinco heridos graves (sin contar los leves), además de seis desaparecidos (se supone que quedaron en el itinerario del repliegue abatidos por los rebeldes). Las pérdidas no fueron mayores gracias a que algunos indígenas, al quedar abandonado el fuerte, prefirieron lanzarse a su saqueo en lugar de atacar a la columna. Para paliar esta situación el teniente coronel Crespo envió en socorro a la 1.ª compañía paracaidista, reforzada con una sección de ametralladoras y un pelotón de morteros, que tomó posiciones al noreste del yebel Bigardern, cota 640 y en el collado próximo a Id Ubel-La, lo que dispersó a los rebeldes ante el temor de ser envueltos. La actuación de la 8.ª compañía paracaidista en la emboscada del día 8 fue ejemplar. Su capitán, oficiales y resto de cuadros y tropa cumplieron su deber con sacrificio y heroísmo, y muchos de ellos entregaron sus vidas para proteger al grueso de la columna. El resto, los que sobrevivieron, iban a arrastrar durante el resto de sus vidas la dura decisión de abandonar a compañeros y amigos en el campo de batalla para evitar una masacre de civiles y heridos de otras unidades a los que ni siquiera conocían. El reconocimiento a su valor durante el combate y a esa carga psicológica llevada a cuestas durante la paz es una asignatura pendiente. Nunca es tarde si la dicha es buena. LEGIONARIOS EN AUXILIO DE ROJAS NAVARRETE Como se ha dicho, el día 6 se incorporó la VI Bandera de La Legión a la Agrupación Crespo y recibió la misión de desplegar sobre las alturas que dominaban la pista hacia Tiugsa para proteger el flanco norte de la citada agrupación. Encontrándose en esta situación, una sección del Soria 9 sufrió una emboscada. Esta unidad, al mando del alférez Rojas Navarrete (de la Milicia Universitaria), daba protección a una sección de zapadores a las órdenes del teniente Ripollés, perteneciente al Grupo Mixto de Ifni. Los zapadores debían continuar los trabajos de reparación de la pista que iba de Sidi Ifni a Tiugsa, por donde iban a regresar los liberados de esta guarnición. Fue sobre las 12 horas del día 7 cuando la citada sección llegó a la altura del despliegue de la VI Bandera de la Legión (cota 552), donde la pista estaba encajonada. El capitán Ávalos Gomáriz, jefe de la 11.ª compañía, que ocupaba la parte más baja de la colina, aconsejó al alférez que no continuara avanzando, ya que se sabía que las zonas al norte de la carretera estaban ocupadas por abundante enemigo que atacaría a la sección sin que los legionarios pudieran protegerlos, dada la distancia a la que se encontraban. El alférez insistió en proseguir, y tuvo que intervenir el comandante León Gallo, jefe de la VI Bandera, quien tajantemente le prohibió continuar la marcha. Sin embargo, no había más remedio que dar la vuelta a los camiones, y como la pista era muy estrecha en dicho lugar el alférez Rojas tuvo que avanzar en busca de un ensanchamiento donde girar, alejándose a 1 kilómetro, más de lo esperado. Según cuenta uno de sus sargentos, López Gil, al llegar a la zona donde los camiones debían dar la vuelta el alférez le ordenó que desplegara a vanguardia con su pelotón para darles protección. Además, Navarrete mandó emplazar los tres fusiles ametralladores de la sección sobre el techo de la cabina de los camiones. El resto de la unidad desplegó cuerpo a tierra en orden de combate. Mientras tanto, el teniente Ripollés dirigía la maniobra de los camiones cargados con los zapadores y el material. De repente sufrieron una gran descarga de fusilería y armas automáticas que, además de inutilizar los vehículos, produjo bajas entre los zapadores que iban dentro. Los fusileros reaccionaron inmediatamente haciendo fuego bajo la dirección del alférez. Empezaron a caer granadas de mortero. Mientras el alférez daba órdenes, dirigiendo y animando a la lucha de sus fusileros, se puso de pie y fue herido gravemente por una granada de mortero. Aun así continuó alentando a sus soldados hasta morir. Estos siguieron luchando desesperadamente hasta ir agotando las municiones. Los rebeldes, al ver que decaía el fuego, se lanzaron al cuerpo a cuerpo, cuchillo en mano. La sección resistió a culatazos y machetazos hasta que se oyó al cornetín de la Legión anunciando que acudían en su ayuda. En efecto, el comandante León, al escuchar a los lejos los disparos, ordenó al capitán Ávalos (la 11.ª compañía) que abandonara sus posiciones y marchara en socorro de los infantes y zapadores. Al observar las bandas cómo se aproximaban los legionarios dirigieron hacia allí el fuego de sus morteros y ametralladoras, lo que constituyó una fortísima barrera de fuegos y humos. A su vez León Gallo montó una base de fuegos con la 15.ª compañía de máquinas para neutralizar el intenso fuego del adversario. La 11.ª inició un duro combate y consiguió que los rebeldes huyeran. En esta acción la sección del Soria 9 sufrió once muertos (incluido el alférez Rojas) y diecisiete heridos (realmente dieciocho muertos, pues siete heridos fallecieron después y diez heridos). Además murieron un Algunos indígenas, al quedar abandonado el fuerte de Tenin , prefirieron lanzarse a su saqueo en lugar de atacar el repliegue


Revista_Ejercito_932_Extra
To see the actual publication please follow the link above