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TEMAS PROFESIONALES En las futuras construcciones navales esto ya se contempla, y en sus especificaciones se han incorporado elementos de ciberdefensa a bordo: firewalls, pasarelas, diodos, sistemas para la monitorización y correlación de eventos. Pero, a día de hoy, parece mucho más probable que una F-100 pueda ser neutralizada mediante malware que por la acción de un torpedo o un misil. Y sin riesgo alguno para el atacante. También es probable que agentes potencialmente hostiles cuenten ya con la capacidad de hacerlo y que hasta hayan llevado a cabo pruebas de concepto. Otro elemento fundamental para la Armada son sus sistemas de mando y control. Creo que, entendiendo que son sistemas construidos esencialmente mediante elementos hardware y software, cualquier lector reconocerá que son, por su naturaleza, intrínsecamente vulnerables a ciberataques. Lo mismo es extensible a cualquiera de los sistemas de armas medianamente modernos con los que cuenta la Armada. Toda la estructura de gestión se apoya también en sistemas y aplicaciones que pueden ser atacadas a través del ciberespacio. En resumen, la Armada depende completa y absolutamente del ciberespacio, tanto para su día a día como para el mando y control, la logística o las operaciones que llevan a cabo sus unidades. Podríamos decir que la Armada depende aún más del ciberespacio que del propio entorno en el que desarrolla su actividad: el mar (y aquí sonrío recordando esa frase que he oído tantas veces: «qué bien funcionaría la Armada si no tuviéramos barcos»). El paraguas del MCCD no es aún lo suficientemente grande como para protegerlo todo. Y aunque lo fuera, nadie va a cuidar mejor un sistema que aquel que depende de su funcionamiento, premisa sobre la que se ha construido nuestro modelo de distribución de responsabilidades. Es, por tanto, necesario que la Armada desarrolle al máximo sus propias capacidades de ciberdefensa, al menos en su vertiente defensiva. Epílogo Cuando uno cambia de forma drástica el campo de su actividad profesional, es imposible no trasladar las experiencias pasadas al nuevo contexto. En mi caso, los más de quince años a bordo de buques de la Armada han impreso su sello indeleble al que no me puedo sustraer. Por eso, en alguna ocasión especialmente tensa vivida en mi actual destino, lo que me ha pedido el cuerpo ha sido gritar por la megafonía: «¡Zafarrancho de combate! ¡Ciberataque en curso!». 2018 967


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