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VIVIDO Y CONTADO Noviembre de 1959. Embarque en una LCM de un camión ¾ t desde el Almirante Lobo. (Foto: colección del autor). respectivos remolques en buen estado. No había hangares y el aparcamiento de los vehículos se hacía a la intemperie. Era frecuente la recepción de nuevos vehículos, tales como camiones taller, camiones cisterna, camiones grúa, mulas mecánicas y los anfibios Dukw (3). El bajo nivel de motorización que teníamos en España se acusaba en el escaso número de titulares de permisos de conducir civiles que se incorporaban a filas en el servicio militar obligatorio. Para solventar sus necesidades, la Compañía formaba a sus conductores salvando diversas dificultades, como la carencia de vehículos con doble mando. Las prácticas se hacían en el Llano de San Carlos y en la carretera de La Clica. Para obtener el permiso naval de conducir había que superar las pruebas establecidas ante el Tribunal de Exámenes de Conductores Navales, que radicaba en la EAIM, que estaba oficialmente facultada para expedirlos. El cupo de gasolina permitía realizar una intensa actividad. Habitualmente la Compañía hacía tres marchas por semana dentro de la provincia de Cádiz, de las que dos al mes eran nocturnas. Se organizaban formando una columna de marcha, articulada en tres escalones, que normalmente transportaba algunas unidades a zonas de ejercicios, recogiéndolas posteriormente para el regreso al (3) Fue su primera denominación, pronto cambiada por Duck (Pato). 2018 985


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