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RAFAEL CANTERO BONILLA ellos a Laredo en agosto de 1589. Sus restos fueran vistos por la tripulación del Santiago, conocido como el «barco de las mujeres», cuando retornaban tras haber naufragado, también, en Noruega (42). La San Juan de Sicilia también avistaba las Hébridas, en concreto la isla de Mull, en esas fechas. El día 23 se resguardaba en la bahía de Tobermory. Tras entrar en contacto con un jefe del clan local, los espías de Walshingham encontraron el barco. Se ganaron la confianza de la tripulación ocultando su identidad, y el día 5 de noviembre volaron la nave, asesinando a casi toda la dotación. En el sudoeste de Irlanda, el temporal azotaba con mayor intensidad el día 21 de septiembre. En Great Blasket Island, el San Juan permanecía fondeado y sus amarras soportaban el temporal. Hacia ese fondeadero se dirigieron también la Isabela, el San Juan Bautista Fernandome y la nao Santa María de la Rosa. Esta última, en muy mal estado, llegaba pidiendo socorro a cañonazos. Cuando trataba de acercarse a puerto, chocó con los arrecifes, zozobró y se fue al fondo. Las tripulaciones de la flotilla que se encontraba con Recalde dieron por hecho que no podía haber supervivientes, pero sí que hubo uno: Juan Antonio Manona, quien posteriormente narraría que fue él el único que sobrevivió. La nao Fernandome llegaba en muy mal estado. Recalde estipuló que la compañía del capitán Diego Bazán, el hijo del marqués de Santa Cruz, se distribuyera entre su navío y los pataches, mientras que la de Gonzalo Meléndez se incorporaba a la almiranta de la escuadra de Castilla, la San Juan Bautista (el San Juan Bautista y el San Juan Bautista Fernandome son dos barcos distintos). El día 26 esta nave era incendiada, y el resto de la flotilla ponía rumbo a La Coruña, dirigida por Recalde. Los numerosos observadores con que contaban los ingleses (43) en la costa irlandesa informaban a las autoridades de la presencia de los barcos españoles. Hacían comentarios acerca del estado de las naves y señalaban cuándo, cómo y dónde desembarcaban. Las tripulaciones iban a tierra para aprovisionarse y reponerse de las penalidades. Varios de estos observadores informaron de que el día 20 había cuatro barcos que se dirigían a la bahía de Galway. Uno era el San Esteban, que perdió a los pataches que acompañaban a la Barca de Danzing. Esa misma noche naufragó al sur de Mutton Island. Más de 300 hombres se ahogaron. Los barcos que habían tratado de socorrerle el día anterior sí que consiguieron aproar hacia al sur e iniciar singladura hacia el Cantábrico. Tan solo unas millas más al norte zozobraba la madrugada siguiente el San Marcos, el único galeón de la armada que se fue a pique en la empresa de Inglaterra. Boecius Clancy, shérif del condado de Clare, fue convenientemente avisado de la posición de ambos barcos y acudió a la costa con sus hombres. (42)  Ibídem, vol. V, pp. 308-310. (43)  Una referencia: un texto inglés que se refiere a la flotilla de siete barcos de Recalde habla de 200 hombres vigilando desde la playa. La batalla del Mar Océano, vol. IV, t. III, doc. 6472. 22 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 143


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