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Parece razonable que orgánicamente la brigada se dote de medios v-shorad (muy bajas alturas) para combatir las amenazas que posiblemente seguirán proliferando en el combate próximo en el que se verá inmersa: apoyo aéreo próximo (cas) de ala fija o rotatoria, Close Combat Attack (cca) y rpas. Si el sistema idóneo que se cree es de nuevo diseño, combinando «sensor, misil y cañón» en una plataforma o si la solución se apoya en sistemas cuya dispersión facilite su supervivencia, es algo que hay que dejar en manos del proceso de experimentación, ya que no se deben prejuzgar los resultados ni cerrarse a nuevas soluciones. Lo evidente es que los medios Counter-rpas deben integrarse y coordinarse al máximo. Tan claro lo ve la Fuerza Terrestre que ha designado al mando de artillería antiaérea (maaa) como Unidad de Referencia para la Preparación en c-rpas. En todo caso, es importante transmitir la idea de que los medios antiaéreos necesarios deben basarse en una diversidad de sistemas, con distintas capacidades y que cubran diversas alturas, pero que sean capaces de «enchufarse y combatir» (integrarse), tejiendo una red más eficiente en sistemas y personal. Otro asunto de gran importancia es el presente y el futuro de la capacidad 40  /  Revista Ejército n.º 935 • marzo 2019 de defensa contra misil balístico o Ballistic Missile Defence (bmd). Esta es una capacidad nicho del ET, que nos hace ser miembros de un club muy exclusivo de la Alianza Atlántica. En su día se decidió que la tuviéramos y debemos rentabilizarla, mantenerla y, cuando sea posible, potenciarla. La operación de apoyo a Turquía y los réditos políticos y el prestigio militar que conlleva son prueba de ello. Esta capacidad bmd que tiene el Ejército de Tierra es necesaria para el combate táctico terrestre. Los misiles balísticos, como se ve con la lectura diaria de la prensa, están presentes en diversos escenarios y sus objetivos no son siempre estratégicos o políticos. Un centro logístico avanzado terrestre o una base de tránsito de tropas pueden ser objetivo, como puede serlo una central nuclear. En el artículo siguiente pretendemos trasladar las ideas iniciales de nuestra aportación, la del mando antiaéreo, al proceso de experimentación que defina la «Fuerza 2035». Queremos hacer un análisis de la posible amenaza aérea, plantear nuestras capacidades actuales, estudiar las opciones contra rpas, el futuro del mando y control sobre la base de lo que nos gusta llamar el Centro de Operaciones de Artillería Antiaérea Semiautomático 2035, «coaaas 2035» y otras reflexiones. En conclusión, la defensa antiaérea de las organizaciones operativas terrestres es una necesidad ineludible en cualquier escenario operativo. La experimentación en el seno del Ejército de Tierra debe tenerla en consideración, con independencia de la estructura operativa en la que se centre el proceso. «Fuerza 2035» debe también contribuir a la definición futura de la defensa antiaérea integrando los medios contra las amenazas aéreas emergentes. Hay que anticiparse para poder diseñar unas unidades de defensa antiaérea que proporcionen fuegos adaptables La contestación a la pregunta planteada en el título es ambas; es decir, hay que anticiparse para poder diseñar unas unidades de defensa antiaérea que proporcionen fuegos adaptables. Anticipación y adaptación son la clave. Para finalizar, otra pregunta para abrir un debate: ¿por qué Estados Unidos tiene la daa integrada en su función de combate «Fuegos» y España en la de «Protección»? Quizás la iniciativa «Fuerza 2035» y su proceso de experimentación conlleven conclusiones más en línea con las tendencias actuales, integrando la daa en la función de combate «Fuegos» o, por qué no, creando una nueva función de combate «Defensa Antiaérea». Íñigo Pareja Rodríguez (general de brigada. GEMAAA) Misil MISTRAL Munición cañón 35/90


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