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El General Villalba Riquelme 69 las medidas del Gobierno de Sagasta, que rebajó notablemente el presupuesto de los Ministerios de la Guerra y de Marina. Ello supuso una reducción notable en el Ejército y la supresión de los programas de modernización de la Armada y del armamento. En 1893 la guerra en Marruecos demostró las graves carencias del Ejército español y sus dificultades para actuar. Ello estimuló a los separatistas cubanos para preparar su nuevo levantamiento. Como escribió Gonzalo de Reparaz, el «Presupuesto de la Paz» trajo la guerra y en vez de las economías que se pensaba hacer hubo que hacer gastos mucho mayores. En concreto, para la Academia General Militar y su eficaz obra de unión de las armas fue el final de su primera época, y para el comandante Villalba el final de su destino, en el que había desempeñado una eficaz labor de enseñanza compaginada con su más que sobresaliente actividad como tratadista de temas técnicos militares. Después de la supresión de la Academia General Militar, el comandante Villalba volvió a ser profesor de la Academia de Infantería, en la que impartió clases de varias asignaturas, continuando en el Alcázar de Toledo, lo mismo que su actividad como escritor. En 1898 ascendió a teniente coronel, por lo que causó baja en la Academia de Infantería y solicitó una vacante en un regimiento del arma, cuyo destino ocupó hasta marzo de 1899, cuando fue nombrado ayudante de campo del ministro de la Guerra, el capitán general don Camilo García de Polavieja y del Castillo, hasta que dimitió por estar en desacuerdo con la política restrictiva del ministro de Hacienda, Fernández Villaverde, que impedía la necesaria recuperación de la potencia militar. El entonces teniente coronel Villalba cesó como ayudante del ministro, quien debía de tener muy buen concepto de él, pues en 1901 lo eligió otra vez para ayudante de campo, destino en el que permaneció hasta 1907 en sus cargos sucesivos de director general de la Guardia Civil, jefe del Cuarto Militar de S.M. el Rey, jefe del Estado Mayor Central y presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina. En estos años, el teniente coronel Villalba colaboró notablemente con el Centro del Ejército y la Armada como profesor de Táctica e Instrucción de la Infantería, en su Escuela de Estudios Militares. En enero de 1907, el teniente coronel Villalba volvió a la Academia de Infantería, a la que fue destinado como jefe de estudios, destino en el que permaneció hasta su ascenso a coronel. Fue entonces cuando tuvo lugar su más eficaz labor en la reforma y reorganización de los planes de estudios de la Academia. El 5 de abril de 1909, don José Villalba ascendió a coronel y fue nombrado director de la Academia de Infantería, que era el destino al que aspiraba. Entonces se esforzó en la renovación de la Academia introduciendo en la misma las últimas técnicas y la aplicación de los nuevos planes que la época hacía necesarios para su mayor eficacia. Dio especial importancia a la preparación física de los cadetes, para lo que impulsó las competiciones deportivas y propuso integrar las pruebas físicas en el programa de ingreso en la Academia. También, teniendo en cuenta la importancia de los temas prácticos, proyectó una ampliación del campamento de Los Alijares, donde se efectuaban esos ejercicios. De entonces data el himno de la Academia de Infantería, que pronto sería el himno de infantería. Tenía el coronel Villalba la idea de dar un himno a la Academia y al saber que entre los cadetes había uno, Fernando Díaz Giles, con gran formación musical, le encargó su composición, lo que fue el origen del maravilloso himno de infantería, tan conocido y admirado. En enero de  1912 fue destinado al mando del regimiento África  n.º  68, que tuvo una participación muy activa en la campaña del Kert y en diversos combates en el territorio rifeño. Conociendo el mando su capacidad diplomática, se le encomendó la misión de entrevistarse con El Raisuni, señor de Tazarut, con gran influencia en las cabilas de Yebala, que de ser amigo de España había pasado a combatir contra los españoles, y en esa entrevista lo convenció y El Raisuni volvió a ser un aliado. En el mismo año 1912 ascendió a general de brigada, por méritos de guerra, y el día de Navidad del mismo año recibió el nombramiento de subinspector de tropas de la Comandancia General de Melilla. Al mando de la 1.ª  Brigada de Melilla, en 1914, llevó a cabo diversas operaciones de tendidos telegráficos, protección de convoyes y consolidación de posiciones. En julio de 1914 recibió el nombramiento de comandante general de Larache, donde planificó y efectuó numerosas acciones de ocupación.


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