Page 111

RHM_extra_1_2019

LA CREACIÓN DE LOS SERVICIOS DE INFORMACIÓN DE LOS... 109 Todos los beligerantes y, arrastrados por ellos, también los neutrales, se veían obligados a hacer el difícil esfuerzo mental de contemplar una guerra sin fecha final. No sólo desde el punto de vista militar, también desde la perspectiva política, económica y social había que replantearse el conflicto y ponerse en una situación —y hacerlo rápidamente— para la que nadie se había preparado de antemano. Tampoco se había calculado la perspectiva de generar unas estructuras de información que fueran más allá de lo ensayado en guerras precedentes, con objetivos tácticos. A una guerra total había que responder con un sistema de control del enemigo también total, de información masiva, y en ese cálculo y en la nueva perspectiva de la guerra los neutrales no se escapaban. Es más, podían llegar a convertirse en objetivos prioritarios. Si se pasaba de una guerra corta a una guerra larga, los abastecimientos, los apoyos al esfuerzo bélico de los beligerantes provenientes de España no solo eran importantes, sino que se convertían en imprescindibles, de tanta trascendencia que —como llegaría a manifestar reiteradamente un responsable del servicio de contraespionaje francés, quizás exageradamente— podían alcanzar a determinar el curso de la guerra. Las batallas de 1915 habían puesto en evidencia de qué manera la realidad de los combates superaban cualquier previsión. Los almacenes y los arsenales se estaban vaciando y el ritmo de producción de repuestos era insuficiente. 1915 fue el año de la llamada «crisis de los proyectiles». El tipo de guerra que se inició aquel año comprendía un masivo bombardeo de las líneas enemigas antes de lanzar a la infantería a la ofensiva. Por ejemplo, en el ataque a Vimy (mayo de 1915) el general Foch ordenó un bombardeo artillero de seis días, consumiendo más de 300.000 proyectiles. En otoño de 1915 la producción diaria de proyectiles en Gran Bretaña era de 22.000 unidades, 100.000 en Francia y más del doble de esta cantidad en Alemania. Más aún, los cañones no habían sido fabricados pensando en que sufrirían un desgaste de tales proporciones con lo que en un sólo ataque podían terminar por consumir su vida útil.15 La angustiosa escasez de municiones tocó de lleno a España: a lo largo de 1915 se exportaron a Francia 17.740.234 Kg de hierro «en cilindros cortados o en forma apta para la fabricación de proyectiles».16 El 15 Neiberg, Michael S.: La Gran Guerra. Una historia global (1914-1918), Barcelona, Paidós, 2006, pp. 91-93. 16 En el año precedente la exportación había sido de 836.139 Kg, pero en 1916 llegaría a doblarse la cantidad con respecto a la de 1915. Las cifras oficiales de exportación sirven solo como referente pues las cantidades reales son difíciles de conocer dado el elevado índice de «autorizaciones especiales» y de contrabando. Desde luego, el caso más paradigmático fue el de la exportación de mulas que se establecía oficialmente en una cifra cercana a las 20.000 cabezas, pero que todo el mundo coincidía en que era una pequeña parte del comercio real dado que los derechos aduaneros por cabeza eran muy elevados: 500 pesetas. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2019, pp. 109-144. ISSN: 0482-5748


RHM_extra_1_2019
To see the actual publication please follow the link above