Page 221

RHM_extra_1_2019

LA COLECCIÓN BIBLIOGRÁFICA MILITAR: UNA AVENTURA... 219 de las campañas de Marruecos, posteriormente mandos de un Ejército que, dividido, se enfrentaría en la Guerra Civil. Se unía a otras iniciativas, como La Correspondencia Militar o los Memoriales de las armas. Algunos de los autores de estas revistas colaboraron también en CBM, por lo que podemos considerarlas a todas ellas como un claro antecedente de la colección, si bien ésta tendría, como veremos, una línea editorial diferente. Todos estos proyectos reflejan, en cualquier caso, la inquietud intelectual de los militares españoles del momento. Pero también las empresas privadas se lanzaban a publicar colecciones que trataban asuntos de guerra: así, por ejemplo, la afamada Calpe, antes de su fusión con Espasa, ponía en el mercado una meritoria “Biblioteca Militar”, y la editorial regentada por Caro Raggio, cuñado de Pío Baroja, mostraba especial predilección por traducir testimonios de combatientes de la Guerra del 14.4 Maucci, la revista El mundo militar, Ediciones España y otras muchas fueron las casas civiles que se sumaron a la moda, por no hablar de los escritores españoles que publicaron libros sobre sus impresiones del conflicto, bien novelándolos, bien en forma de ramilletes de crónicas periodísticas (es el caso de Blasco Ibáñez, cuyo Los cuatro jinetes del Apocalipsis se convirtió en todo un fenómeno no sólo en España sino incluso en EE.UU, o de Valle-Inclán con su conjunto de estampas La media noche. Visión estelar de un momento de guerra).5 Todo ello constituía un rico caldo de cultivo, un panorama favorable a la aparición de nuevos proyectos relacionados con la historia y literatura militares; en la España de entreguerras había dos públicos “objetivo”: uno cautivo constituido por la propia oficialidad del Ejército y otro, amplio y en constante crecimiento, de lectores generalistas muy interesados en los fenómenos bélicos (especialmente en la Gran Guerra). En una época de crecimiento de la burguesía y las clases medias, las librerías proliferaban en las grandes ciudades y numerosas empresas se consolidaban por entonces como editoriales de referencia o nacían con vocación de crear catálogos sugestivos. La publicidad, incipiente pero muy activa, servía por su parte de altavoz a nuevos autores y libros de todo tipo. 4 La “Biblioteca Militar” de Calpe publicó, acaso por vez primera en castellano, a J.F.C. Fuller (Educación del soldado para la guerra, 1925), mientras que Caro Raggio daba a la luz las obras más polémicas del francés Henri Barbusse: El fuego. Diario de un pelotón (1920) o Palabras de un combatiente (c. 1925). 5 De este soberbio libro se recomienda la cuidada edición a cargo de Alianza, 2017, con un estudio de la profesora Margarita Santos y una elegante portada en la que aparece un casco fundido con tres plumas que parecen bayonetas. Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2019, pp. 219-256. ISSN: 0482-5748


RHM_extra_1_2019
To see the actual publication please follow the link above