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LA COLECCIÓN BIBLIOGRÁFICA MILITAR: UNA AVENTURA... 247 quedó demostrado con su ingreso en las academias de Historia y de la Lengua (él fue, por cierto, quien salvó a Pío Baroja de una muerte casi segura a manos de los requetés en los primeros días de julio del 36). Por su parte, el teniente coronel don José Monasterio Ituarte (El momento de la Caballería) mandaría con mérito la 1ª División de Caballería del Ejército nacional, siendo el artífice de la última carga a caballo operativa a gran escala en la Historia Militar (operaciones del Alfambra). Don Alfredo de Sanjuán (Lo que conviene saber sobre la Aviación Militar), profeta español de la fuerza aérea, primero de su promoción, oficial del Tercio en Marruecos, observador aeronáutico y luego piloto, fue profesor en la Escuela Popular de Estado Mayor del Ejército republicano, de la que saldrían oficiales de complemento de dicho servicio con una excelente preparación. Se exilió en México donde continuó con la enseñanza militar en la Escuela Aeronáutica del país hispanoamericano. Su colega de colección don José Díaz de Villegas (Enseñanzas de las campañas de Marruecos), primero de su promoción de Infantería y primero también de su promoción de Estado Mayor, destacaría en diferentes destinos en el Ejército nacional, llegando al generalato, y se convertiría en un asiduo escritor, fiel colaborador de la Revista Ejército, en cuyos primeros tiempos, por cierto, figuraron viejas firmas conocidas de la Colección Bibliográfica Militar. Junto con la Revista de Historia Militar, Ejército y otras publicaciones, a las que se añadirían andando el tiempo muchas más –civiles y militares– la antorcha de la historia militar en España mantenida en alto por CBM pasaba a buenas manos… El comandante don Emilio Alamán Ortega formó parte destacada de la defensa del Alcázar junto a su compañero de catálogo y amigo don Blas Piñar (La iniciativa), ambos a las órdenes del laureado general Moscardó. Tras sufrir el asedio, pidió destino siempre en el frente de Madrid, con la esperanza de poder unirse cuanto antes a su familia, refugiada en la capital y protegida por su amigo don Vicente Rojo Lluch… quien llegó al generalato en el bando contrario, creando un Ejército de nueva planta en un tiempo récord y planteando las batallas más importantes de la contienda, permanente quebradero de cabeza para el alto mando nacional. Emilio Alamán llegaría a general de división y mandaría la Academia General Militar de Zaragoza, destino que debió serle sumamente atractivo por su experiencia docente, mientras que Vicente Rojo pasaba en febrero de 1939 la frontera en condiciones penosas (“he perdido mi patria, mi casa y mi dinero”) y lograba marchar primero a Argentina y después a Bolivia, país del que se enamoró y para cuyo ejército sirvió lealmente hasta su vuelta a Madrid, ciudad en la que viviría de forma discreta y envuelto en sus lecturas y apuntes hasta Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2019, pp. 247-256. ISSN: 0482-5748


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