Page 84

RHM_extra_1_2019

82 JOSÉ MARÍA DE FRANCISCO OLMOS Así acabó la guerra para España, con una neutralidad impuesta por la geografía y la economía, además de por las circunstancias políticas y militares interiores y exteriores desde el inicio de las hostilidades, y con unos gobiernos que en general quedaron bastante desacreditados, tanto en el plano interior como sobre todo en el exterior, como pudo verse cuando los victoriosos Aliados respondieron con bastante frialdad a los telegramas de felicitación llegados desde España, destacando sólo en alguno de ellos la labor humanitaria llevada a cabo por el rey.22 Alfonso XIII optó entonces por nombrar un nuevo Gobierno (diciembre) con Romanones ocupando la Presidencia y el ministerio de Estado, ya que se le consideraba la cara más aliadófila posible para conseguir algunas ventajas y concesiones en las futuras negociaciones de paz, viajando por ello a París de forma inmediata, donde se entrevistó con los líderes de las naciones vencedoras23, en especial con el presidente norteamericano, Thomas Woodrow Wilson, que en Madrid se pensaba que respaldaba las aspiraciones españolas, ya que durante los primeros años de la guerra ambos gobiernos habían colaborado de forma muy estrecha como países neutrales en temas de defensa de la población civil24 o en las visitas a campos de prisioneros y búsqueda de desaparecidos, pero Romanones no consiguió nada de lo que buscaba de los líderes Aliados, ni poder participar en la Conferencia de Paz (reservada únicamente a los beligerantes), ni la ampliación de la influencia española en Marruecos,25 ni la definitiva propiedad de los buques 22 El único que contestó de forma más afectuosa fue el presidente francés, Raymond Poincaré, que ordenó a Emile Dard, encargado de negocios de la embajada de Francia en Madrid, que agradeciera personalmente al rey su labor humanitaria durante la guerra. GARCÍA SANZ, Fernando: España en la Gran Guerra. Espías, diplomáticos y traficantes. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2014, pág. 339. 23 Romanones se entrevistó con líderes franceses, el presidente Poincaré, el primer ministro Georges Clemenceau y el ministro de Exteriores Stephan Pichon; e italianos, el rey Victor Manuel III, el primer ministro Vittorio Emanuele Orlando y el ministro de Exteriores Sidney Costantino Sonnino. No hubo contactos directos con los británicos. 24 Es muy conocido el papel que jugaron los representantes diplomáticos de España y Estados Unidos en Bélgica, Rodrigo Ramírez de Saavedra, marqués de Villalobar y Brand Whitlock, defendiendo los intereses de la población civil belga tras la invasión alemana de 1914, intentando evitar los saqueos de bienes y obras de arte y las represalias llevadas a cabo por el ejército alemán de ocupación, por lo que ambos recibieron posteriormente numerosos homenajes y muestras de agradecimiento del pueblo y gobierno belga. 25 De hecho, ya en diciembre de 1918, el ministro Pichon declaraba ante la Cámara de diputados francesa que Francia debía librarse en Marruecos de todas las trabas internacionales resultantes de la Conferencia de Algeciras, y coincidiendo con ello apareció un artículo en The Times, donde el corresponsal británico afirmaba que había sido un error el reparto de zonas de influencia en Marruecos, que España había ocupado apenas un 10% del territorio que se le asignó, que Tánger no debía tener una administración internacional, y que Francia debía tener un acceso directo a la ciudad a través de territorio español. Todo ello causó gran malestar en la opinión pública española, quejándose de que Francia humillaba a España y se la trataba como una nación vencida. Pero los franceses no estaban dispuestos a ceder ni a olvidar como el dinero alemán Revista de Historia Militar, I extraordinario de 2019, pp. 82-98. ISSN: 0482-5748


RHM_extra_1_2019
To see the actual publication please follow the link above