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JOSÉ M.ª BLANCO NÚÑEZ pico toneladas y una infinidad de cañones, 17 millas, el Boston, Raleigh y Baltimore, de 3 a 4.000 toneladas y divinamente armados, 13 a 14 millas; el Concord de 1.700 toneladas y la misma artillería en calibre y n.º de piezas que el Cristina12. El Mackulot, otro barquito de 20 millas (verdad) y bien artillado y el Petrel de 890 toneladas y la misma artillería que el Cuba y el Luzón. En mi concepto nuestra táctica y nuestra resolución de esperar a los americanos en Cavite, era la única que se podía aceptar; lo único que encuentro que se nos puede criticar es que se rompió el fuego desde muy lejos, pero no dependió de nosotros, sino de un ilustrado y heróico (sic)13 oficial de artillería de una batería de tierra, que rompió el fuego a unos 7.500 a 8.000 metros, sin deberlo hacer; después de las baterías de Manila tiraron a los yanquis, también los artilleritos, y enseguida ellos a nosotros y ya rompimos el fuego a unos 32 cables aproximadamente 6 km, a pesar de que me opuse todo lo que pude, esa es la causa de que a ellos no se les hiciesen (sic) casi ninguna avería, solo creo han tenido unas 50 bajas, entre ellos el comandante del Olimpia muerto ¿?, y nosotros 300, de ellas 70 muertos. Si hubiésemos esperado a que se nos acercasen a 2 ó 3.000 metros no hubiésemos escapado ni las ratas en nuestra escuadra, pero ellos hubiesen perdido 2 o 3 buques y hasta puede que hubiesen tenido que retirarse, el sobrevivir lo debemos a haber tirado de lejos, pues consumieron casi todas las municiones. Estuvimos batiéndonos desde las 5 hasta las 71/2; pero tiraban muy mal, nosotros peor, pero el número de ellos era tan grande que nos agobiaban, y es claro que entre tanto algunas tenían que darnos y por eso después que nos dieron ya fue el acabose, porque se atracaron y nos acribillaron, incendiándonos al Cristina y a La (sic) Castilla después de rectificar la puntería. »Ya te daré más detalles de todo, cuando nos veamos, para que seas optimista. »Nuestra artillería funcionó muy mal, con mucha lentitud, con pólvoras viejas, aunque se había recargado todo de nuevo, y los estopines entraban con dificultad, hubo buque, como les sucedió al Luzón y al Duero, que a los diez minutos de entrar en fuego, tenían todas sus piezas desmontadas, por defecto en los montajes, en fin, la mar¿?. Lo mejor de todo, el espíritu de la marinería, por más que con la escasez de contramaestres, condestables y cabos de cañón, la organización era deficiente, pero me consta que desde hace una año, se pidió todo y oficiales, pues todos los buques entraron en combate, con la tercera parte del personal efectivo que les correspondía, esto de oficiales, que de lo demás, el que más condestables tenía era el Cristina, de 8 que le correspondían sólo había 2. Hubo marinero que fue tres veces a la enfermería para que lo curasen volviendo enseguida de curado a ocupar su puesto, y Comandantes, como Morgado, que dos días antes de entrar en combate hubo junta de médicos porque se estaba muriendo y sin embargo, después de herido, continuó en su puesto hasta terminar14, no obstante hubo sus lunarcitos, pero afortunadamente los menos. (12)  Subrayado en el original. (13)  ídem. (14)  Capitán de fragata don Alonso Morgado y Pita da Veiga, comandante de la Castilla (CF núm. 38 del Estado General de la Armada de 1898). Llegó a contralmirante y falleció en Madrid en 1925. Herido dos veces en el combate de Cavite. 82 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 145


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