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V CENTENARIO DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO DE MAGALLANES Y ELCANO una bala de cañón como lastre para que se fuera al fondo, mientras el clérigo embarcado, o en su defecto el capitán u otra persona dirigía un sencillo acto fúnebre. En caso de que el fallecido fuese una persona principal, el acto de lanzamiento al mar podía revestir mayor solemnidad, con la inclusión de una ceremonia más complicada y puede que alguna salva de artillería. Seguridad a bordo Además de temporales, condiciones meteorológicas adversas, bajos, restingas, fuego, colisiones y combates, había otros factores que podían afectar a la seguridad del barco: vías de agua, putrefacción del agua de la sentina, broma, descomposición de la madera del casco, fuego, etcétera. Una vía de agua se podía ver en la sentina, donde además del agua que entraba a bordo precedente de la lluvia, rociones, olas, baldeos, etc., estaba la que podía entrar por alguna vía abierta en el casco. A veces, podía ser fácilmente detectable si el nivel de la sentina subía rápidamente. Otras se podía vislumbrar su existencia si desaparecía el olor a putrefacción; indicaba que había comunicación con el exterior. Por cierto que el ambiente en la bodega normalmente debía de estar muy cargado, ya que el agua acumulada en la sentina normalmente apestaba, por su origen o por corromperse. Pero al parecer cuanto más apestaba más tranquilos estaban los marineros, ya que el mal olor indicaba que la estanquidad del barco era buena y no había filtraciones del mar. Normalmente, antes de bajar a trabajar en la sentina había que arriar una vela encendida. Si no se apagaba era porque había oxígeno y se podía entrar. Pero si se apagaba era por falta de oxígeno y por la existencia de gases venenosos, en cuyo caso el ambiente era mortal de necesidad y no se podía bajar. En este caso había que achicar y echar vinagre, agua fría y orines para hacer el aire respirable y quitarle la pestilencia. Para achicar, la nao contaba con dos bombas situadas a proa de la cuaderna maestra, cada una con un vástago de madera o hierro que corría a lo largo de un tubo, con un émbolo de cuero en forma de paraguas, cuyo mantenimiento era responsabilidad de los calafates y carpinteros. Otro de los enemigos era la broma o teredo. Se trata de un molusco marino, xilófago, bivalvo, de cuerpo blando y de forma de gusano, que puede alcanzar los 20 cm de longitud. Vive en la madera de los cascos de la que se alimenta, dejando los barcos totalmente resentidos hasta provocar su hundimiento. Para mejorar la estabilidad, en la parte baja de la bodega y sobre la quilla llevaba lastre, que podía ser fijo a base de grandes piedras o argamasa, o móvil, consistente en piedras más pequeñas, grava o arena. 338 Agosto-septiembre


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