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V CENTENARIO DE LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO DE MAGALLANES Y ELCANO varios clérigos y dos personajes de indudable trascendencia, el cronista Antonio de Pigafetta, que realizó una labor fabulosa transcribiendo con absoluta fidelidad las impresiones y vicisitudes del viaje y Enrique, el esclavo malayo de Magallanes, que hacía las veces de su secretario y que tuvo un papel predominante a la llegada a Filipinas por su conocimientos de las lenguas de aquellas islas. Cuenta Fernández Duro, como con gran solemnidad se verificó la ceremonia de entrega a Magallanes del estandarte real prestando homenaje en manos del asistente de Sevilla Sancho Martínez de Leiva con arreglo al formulario antiguo, lo mismo el general que los capitanes y con regocijo y despedida entusiasta bajaron las naves por el río el 1 de agosto de 1519. En ese momento comienza también la crónica de Pigafetta, manuscrito indispensable para conocer y vivir todas las incidencias del periplo. Las naves siguieron una derrota parecida a la de Díaz de Solís desde Tenerife al cabo de San Agustín y al grande o de la Plata por si no fueran exactas las apreciaciones de los descubridores, pero confirmadas estas y puesto el nombre de Montevidi a una altura en forma de sombrero, siguieron navegando hacia el sur, «a tientas y con malisimos tiempos» hasta llegar al puerto de San Julián en 39º de latitud sur. El invierno austral lo pasarán en estas tierras. Nada menos que cinco meses en los que las naves fueron reparadas de los desperfectos surgidos en la travesía. La convivencia con los indígenas de la zona (patagones) fue pacífica, y en una de las pequeñas exploraciones hacia el sur, se perdió la nao Santiago y sus tripulantes pasaron a engrosar la dotación de las otras embarcaciones. Un desafortunado incidente A lo largo de las millas navegadas, se iba incrementando el malestar y descontento de las tripulaciones, siendo Juan de Cartagena, capitán de la San Antonio y que había chocado con Magallanes desde los primeros días de mar el cabecilla de la rebelión. Había discutido y desaprobado sus órdenes y le había negado el saludo, por lo que el capitán general, lo había arrestado preventivamente. Según Morales Padrón una de las noches vividas en la bahía de San Julián se despegó un buque de la Concepción y atracó junto a la San Antonio. De él pasaron a la nave el preso Juan de Cartagena y su carcelero con treinta hombres más sorprendiendo y apresando a los del San Antonio, que fueron desarmados. Juan Sebastián de Elcano alcanza su primer protagonismo, pues asume el mando de la Concepción, aunque Pigafetta en su crónica no haga la menor mención del navegante vizcaíno. Los amotinados en posesión de los barcos a excepción de la Trinidad, quieren negociar con Magallanes y le exigen que les dé cuenta del derrotero y no actúe dictatorialmente. El exigido no acepta la exigencia y se niega a ir a la Victoria, señalada como 284 Agosto-septiembre


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