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Revista_Ejercito_942

Este año se han cumplido 315 años de lo que conocemos como pérdida de Gibraltar. Resulta muy llamativo el hecho de que la plaza se rindiera en apenas dos días, casi sin entrar en combate. Lleno de curiosidad, hace unos años comencé a reunir información sobre este asunto. No ha sido una tarea fácil; a falta de estudios específicos, apenas existen fuentes directas de aquel desenlace y, además, los primeros documentos publicados, que durante siglos han sentado las bases para los sucesivos, contienen errores u omisiones deliberadas que dificultan la reconstrucción de lo acaecido. El objeto de este artículo es el análisis de las causas que llevaron a este desenlace. Como veremos a continuación, no puede achacarse a una sola razón lo ocurrido en aquel agosto de 1704. ANTECEDENTES La pérdida de Gibraltar se enmarca dentro del período conocido como la decadencia del Imperio español, que se inicia en el siglo xvii y tiene como puntos de no retorno la derrota de Rocroi ante Francia y la firma unos años más tarde de la Paz de Westfalia. La política exterior española, con el ingente esfuerzo económico y demográfico para mantener aquel vasto imperio, sumió en la pobreza a los antiguos reinos de Castilla y Aragón. La falta de reforma de la estructura económica y social contribuyó a la decadencia. Las potencias europeas querían repartirse los territorios que poseía la Corona española, sabedores de que no podía mantenerlos. De hecho, firmaron varios tratados secretos, sin el conocimiento de España, en los que consumaban dichos repartos. La muerte sin descendencia en 1700  de Carlos II, el Hechizado, desató un enfrentamiento entre los dos aspirantes al trono, Felipe de Anjou (nieto de Luis XIV de Francia) y Carlos de Habsburgo (hijo del emperador Leopoldo I). De nuevo, la casa de Austria y los Borbones resolverían sus diferencias a través de un conflicto armado que tenía a España como objetivo. Los franceses, fruto de su política expansiva, habían conseguido que se nombrase heredero al trono a El almirante George Rooke, obra de Michael Dahl, 1690 su pretendiente, pero la casa de los Habsburgo no lo reconoció. Inglaterra y Holanda se mostraron reticentes a la posible unión de los intereses de España y Francia, por lo que se posicionaron 50  /  Revista Ejército n.º 942 • octubre 2019 en contra de la entronización de Felipe de Anjou. Comenzó así, en 1701, la guerra de Sucesión española. En España se proclamó a Felipe de Anjou como rey, que pasó a llamarse Felipe V. La idea borbónica de un estado centralizado no gustó a los territorios de la antigua Corona de Aragón, por lo que la mayoría se posicionaron en contra de esta decisión. Esto originó que el conflicto derivase en una auténtica guerra civil. En cuanto a Inglaterra, llevaba tiempo atacando la costa española deseosa de hacerse con alguna ciudad como base de operaciones para entorpecer a la flota de Indias. Desde mediados del siglo  xvii se había planteado la toma de algunas plazas, tales como Gibraltar, Ceuta y Mahón, entre otras. DESARROLLO DEL CONFLICTO Y PÉRDIDA DE GIBRALTAR En el territorio peninsular español las hostilidades comenzaron en 1704, con la invasión de posiciones extremeñas por parte del bando austracista. Estos territorios eran considerados como propios por los portugueses, aliados de Inglaterra. Al mismo tiempo, una flota anglo-holandesa comandada por el almirante Rooke intentó sin éxito rendir Barcelona. Allí se unió a ellos el príncipe de Hesse-Darmstadt, que anteriormente participó como gobernador en la defensa de Cataluña de las invasiones francesas, y que era partidario de la


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