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Industrias Krupp en 1917 57 industrial, acelerado durante todo un siglo, que le permitió aumentar considerablemente su expansión y su poderío en el globo2. Sin embargo, Europa tenía un talón de Aquiles, que no era otro que la idea dominante a principios del siglo   xx de «la Europa de las Patrias», que subrayaba la fuerte personalidad de cada nación. Dicho pensamiento empezó a resultar peligroso cuando en Alemania asomaron los primeros anhelos de superioridad sobre otras naciones del continente. Alemania y el pangermanismo A principios de siglo  xix el país germano no era una realidad territorial, sino una visión del mundo donde un poder puramente alemán iba a estallar. El éxito político y económico alcanzado tras la creación de la nación y el II Reich, en 1870, dio un tremendo impulso al pangermanismo, que siempre había estado latente pero que en aquel momento iba a pronunciarse por fin. A ello se unía el principio de ius sanguis, el de la sangre alemana que prevalecía sobre el derecho territorial. Esto es, Alemania tenía la certeza de que la adquisición de tierras lejanas para establecer poblaciones de sangre germana estaba plenamente justificada y no debía ser discutida. El pangermanismo, ideario basado en la supervivencia de las especies más fuertes, afirmaba que las virtudes nacionales germanas debían ser transmitidas a toda la humanidad. Al ser aceptado por las clases dirigentes alemanas, se dio paso a un culto exclusivo a la fuerza y a la guerra, considerada justa y un principio de vida y creación3. Esta ideología alcanzó su punto culminante con la ascensión, en 1890, de Guillermo II como emperador de Alemania. Imperio austro-húngaro, el segundón de Berlín La vieja monarquía de la doble águila era un conglomerado de unos 50 millones de personas con distintas etnias y diversos idiomas pero bajo el dominio de la cultura austríaca y magiar. Las instituciones se habían quedado anticuadas y, aunque disfrutaba de una avanzada legislación laboral y la Administración era de tono paternalista, el poder no dudaba en emplear la más dura represión contra los elementos subversivos del Imperio. Este aglomerado se mantenía El pangermanismo afirmaba que las virtudes nacionales debían ser transmitidas a toda la humanidad


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