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levas obedecían a criterios poco eficaces, siendo así que los barcos estaban llenos de mendigos, reos y terrestres —aquellas personas que no estaban inscritas en la Matrícula de Mar y que, por lo tanto, no podían ejercer labores de pesca, navegación, marisqueo, etc.—. en este sentido, anota santos castroviejo2 que la marinería tenía bastante de bisoña, forzada, formada por condenados…, y no era raro verla mareada, poco esforzada en las batallas y sin moral de victoria. con todo, hay quien anota que «la nación estaba sin filósofos, sin poetas, pobre y sin marina, y lo que es más, sin artes, sin industria y escasa de hombres de estado (…) consumidos los barcos y desmoralizados sus hombres, formaban el conjunto más lastimoso que haya tenido el nombre de Marina»3. La Matrícula de Mar botados los barcos, había que tripularlos, y para eso se necesitaban hombres especializados en las tareas del mar, por lo que estaban gobernados por la oficialidad formada en las escuelas de guardiamarinas y cuyos miembros procedían de las capas altas y bajas de la aristocracia. la guarnición la componían los cuerpos especializados de los batallones y brigadas de Marina, creados por el ministro Patiño. Pero faltaba el elemento esencial: la marinería, por lo que la corona recurrió al mundo de la pesca e industrias derivadas: pescadores, marineros, carpinteros, calafates, fareros, toneleros, etc. las primeras medidas de reclutamiento marítimo voluntario datan de 1606 y 1625, pero no dieron el resultado apetecido, de manera que volvieron a ponerse en práctica en 1717 y 1735 como antesala de lo que serían las reales ordenanzas de la armada, redactadas en el 1748, preámbulo de la «Matrícula obligatoria» del marqués de la ensenada de 17514. Venían a hacer obligatorio el servicio en la armada de todos los profesionales referidos anteriormente con edades comprendidas entre los catorce y los sesenta años, tramo que se reduciría más adelante, en 1802, de los dieciocho a los cuarenta y ocho años. con estas levas se pretendía disponer de tripulaciones idóneas en caso de guerra o crisis diplomática, y recordemos que, como queda anotado, españa intentaba ser la bisagra que arbitrara la política de contiendas entre inglaterra y Francia, por lo que guerras no nos faltarán. otra de las causas que podían provocar la demanda de hombres para la armada era la necesidad de protecaño (2) ibídem, pp. 90-92. (3) Fernández dUro, cesáreo: Disquisiciones náuticas, t. V. Madrid, 1876 (ed. orig.), p. 233. existe edición moderna, publicada en seis tomos por el Ministerio de defensa, instituto de historia y cultura naval, Madrid, 1996. (4) Para este tema véase salas, F.j. de: Historia de la Matrícula de Mar. Madrid, 1870. Para el caso gallego, VázqUez lijó, josé Manuel: «los privilegios de la Matrícula del Mar y su cuestionamiento práctico. la dureza del real servicio en la armada en el siglo XViii», en Obradoiro de Historia Moderna, núm. 6, 1997; ídeM: La Matrícula de Mar y sus repercusiones en la Galicia del siglo XVIII (tesis doctoral inédita), Universidade de santiago de compostela, 2013. 2019 sUPleMento n.º 30 a la reVista de historia naVal. núm. 146 13


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