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rra y Francia, que se llevaban a los hombres de mar, y los conflictos de estos con los de tierra adentro merman las pesquerías del cantábrico gallego, hasta el punto de que muchos puertos quedaban por estas fechas sin tráfico ni pesca. aún en los primeros años del siglo XiX persistía el problema, con sucesivos decretos de libertad de pesca y prohibición para los terrestres, tal y como se muestra en los siguientes documentos. en efecto, en julio de 1820, el alcalde de ortigueira consultaba a la diputación Provincial sobre «si podrían los terrestres del distrito aprovecharse de la ceba o estiércoles que estraen del mar sin que pudiese impedírselo el comandante de la marina». el pleno de la diputación le respondía así: «... acordó en sesión de 18 declararlo así, y que el mismo alcalde haga entender al comandante para que les ponga impedimento alguno, antes bien se preste á coadyuvar en esta parte al fomento de la agricultura, siempre que los labradores no se mezclen en la pesca que por privilegio es propia de los matriculados»44. se firmaba la resolución en a coruña a 26 de agosto de 1820. los enfrentamientos entre alcaldes y autoridades de Marina eran frecuentes, puesto que los intereses de ambos estaban enfrentados. Por una parte, los primeros tendían a favorecer a sus vecinos, mientras que los militares hacían lo propio con los agremiados, dando cumplimiento a las órdenes recibidas de estamentos superiores. la cuestión se complicaba más si cabe por el hecho de que no había una delimitación muy definida del espacio sobre el que debían regir unos y otros. Por el contrario, el 20 de julio de 1821, el gobierno Político superior de galicia remitía una instancia al alcalde de santa Marta en la que se le advertía de que «dispondrá V. se entregue a los interesados la adjunta instancia, relativa á que no se permita á los terrestres el egercicio de la pesca hasta la barra en este puerto, á fin de que la instruya como corresponde y previene su decreto marginal»45. en realidad, desde finales del siglo XViii, las voces contra lo injusto de las condiciones en que se servía en la armada eran muchas si se comparaban con lo que ocurría en el ejército, de forma que en 1797 josé caamaño hacía ver que «el remedio más activo y más seguro sería dejar las pesquerías en libertad absoluta, sin la más mínima trava (sic) ni visos de relación alguna con semejante matrícula»46. las protestas cobraron más fuerza a medida que avanzaba el siglo XiX, y amén de la supresión de la Matrícula, se insistía en la «desapa- (44) ahMo, legajos de Fomento Marítimo, t. i-iV, doc. de 26 de agosto de 1820. (45) ibídem, doc. de 21 de julio de 1821. también bMnF, Anuario Estadístico de la Pesca Marítima en España. 1906, dirección general de la Marina Mercante, imprenta alemana, Madrid, 1906, pp. Xl-Xli. (46) caaMaño y Pardo, juan joseph: «representación a la junta de diputación de la real sociedad cantábrica por su socio (…) sobre el estado de las pesquerías nacionales, causa de su decadencia y medios para restablecerlas…», en larUga, eugenio: Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España, vol. XV. zaragoza, 1996, p. 41 (ed. facs.; ed. orig., t. Xliii, 1798; t. XliV,1799; t. XlV,1800). cit. por lóPez sosa, ernesto: El Estado, la Marina y el sector pesquero... consultado el 25 de octubre de 2018, a las 11:24. 28 sUPleMento n.º 30 a la reVista de historia naVal. núm. 146


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