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Revista_Ejercito_943

Las campañas militares de Fernando III requirieron un complejo apoyo logístico desde la retaguardia (extracto de la Crónica del Santo Rey Don Fernando III, postincunable impreso en 1516) 11 en cuanto a magnitud, duración y complejidad. Pero también en el arte de la guerra, mediante la evolución y desarrollo de maquinaria militar de sitio y asalto desde el primer cerco fallido de Jaén hasta la toma de Sevilla. Otra de las genialidades fue el encargo y uso de una flota de combate de trece galeras para su empleo en una pionera acción conjunta con las fuerzas terrestres, que resultó clave para lograr la rendición de Sevilla. La complejidad de la ejecución de las operaciones militares durante las sucesivas campañas de la Reconquista demuestra la extraordinaria habilidad de Fernando III como estratega y planificador militar, lo que hoy aglutinaríamos como excelencia profesional. Hasta Fernando III, las campañas militares se basaban en rápidas incursiones de tropas durante los meses de verano que se avituallaban sobre el terreno mediante saqueo, hasta el punto de que las milicias concejiles que nutrían las tropas abandonaban las operaciones apenas cumplidos los tres meses de su inicio, ya que ese era el plazo obligado en los distintos fueros. Las largas campañas que acometió Fernando III, unido a que frecuentemente ordenaba arrasar los recursos locales para evitar el abastecimiento de las poblaciones que sitiaba y mermar así su capacidad de resistencia para adelantar su capitulación, tuvieron éxito gracias al desarrollo progresivo de nuevas formas de hacer la guerra. Las conquistas de Córdoba o Sevilla son buenos ejemplos: a partir de entonces se escalona la llegada de contingentes, para asegurar un volumen adecuado de fuerzas durante los sitios pese a la rotación trimestral de las milicias concejiles, y se garantizan los suministros aprovechando la capacidad logística de la retaguardia. De esta manera, mediante largos trenes de abastecimiento, se producía el envío sistemático de remesas de víveres y recursos, siempre con la ayuda de la infatigable doña Berenguela, tal como se recoge en las crónicas: «Enviaba la reina Berenguela a su hijo el rey Fernando, mientras estaba en la guerra, abundantemente caballeros, caballos, oro, plata, vituallas y todas las cosas que eran menester para su hueste» Crónica de España, 428. El abastecimiento se produjo desde Castilla, por tierra, pero también por mar desde Galicia y Asturias en el caso del largo sitio de Sevilla. Para hacernos idea de la magnitud del esfuerzo que requirió el asedio de Sevilla, se calcula que durante los casi quince meses que duró (desde mediados de agosto de 1247 hasta finales de noviembre de 1248) participaron de promedio unos 3000 o 4000 caballeros y entre 8000 y 10 000 soldados de infantería, más el personal auxiliar formado por servidores, caballerizos, comerciantes y el gentío de todo tipo y condición que solía pulular por los campamentos. También el coste de dichas operaciones militares fue inmenso: a los gastos ordinarios de la corte del rey y de la familia real habría que añadir las soldadas pagadas a sus vasallos,


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