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TEMAS PROFESIONALES Huelga decir que Rusia es, por evidentes motivos geográficos, uno de los Estados más beneficiados por el deshielo del Ártico, con lo que ello implica en términos de extracción de crudo, de apertura de nuevas rutas marítimas, o de aprovechamiento pesquero. De hecho, cuando Putin visitó el archipiélago de Franz Josef Land hace una década, ya sostuvo que, geopolíticamente, los intereses más profundos del Estado ruso estaban relacionados con el Ártico y que la región debía ser dominada (Rotnem, 2018: 6). Como ya se ha escrito mucho sobre el tema, para las cuestiones de detalle al respecto, remitimos a otras fuentes. Ahora bien, una vez asumido, a partir de la experiencia de 2007, que Rusia vuelve a dar muestras de asertividad, conviene analizar con más detalle la estrategia rusa en ese mar de hielo. El compromiso de Rusia en el espacio ártico, tanto a nivel nacional como internacional, se desarrolla en un contexto regional de trasformaciones. Este paisaje variable, debido a los efectos del cambio climático, y los recursos de la zona han empujado a Rusia a asumir cada vez más roles de liderazgo en este espacio; así como al desarrollo de narrativas geopolíticas sobre una identidad rusa inherente al espacio ártico. La reanudación de patrullas rusas en 2007, el consiguiente aumento en el número de bombarderos estratégicos rusos interceptados a lo largo de la costa noruega y el refuerzo del servicio de guardacostas rusos para gestionar las zonas libres de hielo emergentes, se alzan como una muestra de la posición que está tomando Rusia en el Ártico desde entonces (Wilson Rowe & Blakkisrud, 2014). Tras la llegada de Putin al gobierno, la política rusa hacia el Ártico adquirió una dimensión más asertiva, con el objetivo de proyectar su poder militar y político para restaurar su imagen como potencia. Este espacio pasó a erigirse como un punto clave de la estrategia rusa en el año 2008, cuando se elaboró el documento Fundamentos de la política estatal de la Federación Rusa en el Ártico hasta el año 2020 y con una perspectiva ulterior. En este documento, Rusia plantea su política en el Ártico desde dos enfoques divergentes: por un lado, la cooperación y, por otro, el rearme militar para defender su soberanía. En este sentido, se considera que se trata de una política multidimensional que se divide en tres fases: la primera (2008-2010), centrada en la recogida de las pruebas científicas necesarias para solicitar la ampliación de su Zona Económica Exclusiva (ZEE); la segunda (2011- 2015), que tenía como objetivo alcanzar el reconocimiento internacional de esas fronteras ampliadas; y la tercera (2016-2020), en la que se pretende transformar la zona en su base de recursos estratégicos (Ovalle y Salazar, 2016, 23-24). tirse, aparentemente, de un área de conflicto a un área de cooperación; fruto de un discurso de Gorbachov que se materializó a través de la Iniciativa de Múrmansk del año 1987. Esta iniciativa recogía varios objetivos en el marco de la política exterior rusa en el Ártico que convergían hacia la desmilitarización de este espacio. 732 Noviembre


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