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PAÑOL DEL ESPAÑOL de madera de Bolondo está comprendida entre 0,9 y 0,96, según el porcentaje de humedad que contengan sus poros. Por lo tanto, la madera de Bolondo «flota» en el agua (tanto salada como dulce), sea cual sea su forma. Como consecuencia, rotundamente afirmo que no se va al fondo… o niego que se hunda. ¡Qué paradójico es nuestro idioma con esto de las dobles negaciones y la posibilidad que nos brinda de afirmar una negación o negar una afirmación! Aclarado ya este asunto, trascendental donde los haya, no me resisto a dejar en el tintero más datos sobre la madera de bolondo. Y no quiero escatimárselos al paciente lector porque algunos son sorprendentes. Ahí van, sin anestesia. En Botánica se conoce como Erythrophleum ivorense y su nombre comercial es Bolondo, Elondo, Talí o Roble Africano. En inglés se llama Indian Rosewood. Su árbol, cuya madera es de gran dureza, crece masivamente en Guinea, Gabón y Congo. También se encuentra en zonas de Mozambique, Zaire, Costa de Marfil, Senegal, Liberia y Kenia. Y hay algunos bosques en Nepal, Pakistán y en el norte de la India. El color de su albura (3) varía entre el blanco amarillento y el blanco rosáceo, y el del duramen (4) entre el pardo rojizo y el pardo amarillento. Se emplea en la fabricación de tarimas para suelos, muebles de jardín, ventanas, rodapiés, puentes, traviesas de ferrocarril y hasta instrumentos musicales, especialmente guitarras. Y también tiene usos navales porque se utiliza en construcciones portuarias dada su resistencia al ataque de xilófagos marinos, hongos y termitas. Pero, su explotación está muy limitada pues, para evitar su extinción, desde 2017 este árbol está considerado especie protegida. Por último, de su corteza se extrae un veneno mortal, usado en culturas ancestrales como brebaje para hacer justicia, de tal guisa que si un reo sobrevivía a su ingesta se le consideraba inocente de todas las acusaciones. Maderas que no flotan Pero, ¿hay maderas que se hunden? (entre paréntesis figuran, a continuación, las densidades relativas medias). La respuesta es sí. El ébano (1,26), por ejemplo, es un caso excepcional porque este árbol podría llegar a hundirse hasta en las salobres aguas superficiales del mar Muerto (5) (1,24) donde un ser humano (6) (1,01) no necesita nadar, simplemente flota. También se van al fondo de los mares «normales» algunas especies del palisandro, el guayacán (7) (1,20), el quebracho colorado (1,22), etc. Incluso hay maderas que dejan de flotar tras someterlas a tratamientos de secado, cauterización e impermeabilización. Para finalizar No sé si esta colaboración debiera ubicarse en las páginas del Pañol del Español, en las de Temas Generales o en las de una carpintería. Será el director de nuestra querida REVISTA quien lo decida. Y no descarto que su destino sea la papelera. Sin posibilidad de reciclaje. Pero que conste que la madera de Bolondo no se va al fondo. Vale. Agustín E. GONZÁLEZ MORALES (Ingeniero) dad, aunque no linealmente. Los expertos en tácticas submarinas saben que las ondas sonoras se desvían y hasta se reflejan cuando se encuentran en su trayectoria con una capa de agua de diferente densidad, creando zonas de sombra donde un submarino es indetectable mediante sónares. (3) La albura es la capa blanda que se encuentra inmediatamente debajo de la corteza del árbol. (4) El duramen es la parte más seca y compacta del tronco y las ramas gruesas. (5) Reconozco que desconocía que hay lagos más salados que el mar Muerto. La Wikipedia cita la laguna antártica de Don Juan, el lago Assal en Yibuti o la Garganta Negra, una especie de albufera, lago o golfo ubicado al lado del mar Caspio. (6) Este dato es muy variable. Depende de la edad, la corpulencia, la salud, el estado de forma, etcétera. (7) Debido a su dureza y resistencia a la fricción, con esta madera se fabricaban las duelas de los arbotantes de muchos buques. 2019 1007


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