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LOS ESGUÍZAROS EN LOS CONFLICTOS BÉLICOS DE LA... 169 seguir, aunque consideraba que la mejor solución era la de prorrogar la retribución, como habían actuado sus predecesores en el cargo, de los que señaló algunos ejemplos. Se remontó hasta los conciertos llevados a cabo por el duque de Sessa, Gonzalo Fernández de Córdoba, en 1558 y 1563, cuyos dos regimientos de cuatro mil hombres cada uno supusieron un coste de ochocientos mil ducados, de los cuales quinientos mil se abonaron en el acto y el resto se les aseguró sobre los efectos de la hacienda del citado estado. Setenta y cinco años más tarde el marqués de Leganés, Diego Mejía Felipe de Guzmán, despidió otros cuatro mil soldados alcanzando la suma de ciento ochenta mil escudos, de los cuales entregó al contado ochenta mil, asignándose una renta al resto. En 1660 el duque de Sermoneta, Francesco Gaetano, licenció cinco mil quinientos efectivos que estaban comandados por los coroneles Ôndertaldo, Luntenet y Criveli, a los que asimismo se les abonó una parte en el momento del despido y el restante se aplazó. También incluyó como muestra lo dispuesto en el licenciamiento de las tropas que lucharon en Portugal57. La obstinación de los cantones en no querer aplazar el pago era una medida de presión para obtener alguna mejora en la liquidación, lo cual consiguieron, pues el gobernador tuvo que transigir en algunas cuestiones, como el precio de la milicia, que se incrementó al alegar que eran soldados alemanes, característica que según el príncipe de Vaudemont no cumplían en absoluto. Además, exigieron unos intereses más elevados por la demora y que se distribuyesen trescientos soldados esguízaros en distintas compañías del Estado de Milán. Las negociaciones supusieron un gran descontento para las autoridades lombardas, tanto es así que una vez firmadas las capitulaciones el propio gobernador exigió que el citado regimiento saliera del Milanesado lo antes posible, ya que lo consideraba el más inútil y costoso de los que habían servido a las órdenes de la Monarquía Hispánica. Tal fue su enfado que amenazó que si no lo ejecutaban de forma inmediata les retiraba el pan y el socorro, siendo estas las medidas más suaves que podría emprender contra ellos. La magnitud de estas últimas disposiciones obligó a Juan Bautista Cassani a presentar una queja ante el Consejo de Italia, invocando que el despido del regimiento se produjese correctamente y sin represalias. Incluso, requirió que la parte que debían abonar al contado se entregase con premura para que los soldados llegasen a sus casas antes de los primeros fríos y así evitar suministrarles una nueva vestimenta para combatir los rigores del invierno58. Desde la corte madrileña se aspiraba a dar satisfacción a los Cantones Católicos en todas sus pretensiones, pero el Estado de Milán frenaba muchas 57 Consulta del Consejo de Estado, AHN, Estado, leg. 1929. 58 Consulta del Consejo de Estado, AHN, Estado, leg. 1929 Revista de Historia Militar, 126 (2019), pp. 169-174. ISSN: 0482-5748


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