Page 225

RHM_extra_1_2019

224 AGUSTÍN RAMÓN RODRÍGUEZ GONZÁLEZ Serían las 5’15, y a unos 6.500 metros, cuando abrió fuego la escuadra española, no respondiendo la estadounidense hasta haberse acercado a 5.000 para asegurar mejor la puntería. Creemos que estos datos bastan, si no hubiéramos dado ya otros para desmontar la leyenda de los anticuados cañones españoles que no alcanzaban al enemigo, el hecho terminante es que los buques españoles rompieron el fuego primero y a mayor distancia que sus enemigos. Rápidamente se generalizó el combate, con la escuadra norteamericana navegando en línea y en paralelo a la española, dando un total de tres pasadas hacia el Oeste y dos hacia el Este. Las distancias oscilaron entre los cinco y dos mil metros o menos. En cuanto a la española, los dos buques averiados no podían obviamente maniobrar, y los otros cinco se limitaron a hacerlo lentamente para dificultar el fuego enemigo, pero sin un plan de conjunto. La superioridad del fuego americano fue pronto evidente, pues como se recordará, eran 53 cañones de 203 a 127 mm, de los que 30 podían disparar simultáneamente, contra sólo 27 de 160 a 120 mm, de los que sólo 15 podían hacer fuego al mismo tiempo, aparte del cañón de 150 de Punta Sangley. Montojo decidió, utilizar el único arma que le restaba: acercarse al enemigo para torpedearlo, y eso hizo valientemente con el “Cristina”, dotado de cinco tubos, apoyado por el “Austria”, el otro único buque de la escuadra que tenía torpedos y podía navegar. El combate duraba ya unas dos horas cuando, a eso de las 7’35, la escuadra atacante se retiró. El hecho era insólito, pues era evidente a los ojos de todos que estaba ganando el combate, y se le han dado diversas explicaciones. La primera y menos convincente fue la del propio Dewey al afirmar que ordenó la retirada al recibir un parte de las baterías de su buque insignia que le comunicaba (erróneamente) que no quedaban municiones en la de tiro rápido más que para unos minutos de fuego. El testimonio de uno de sus ayudantes es mucho más clarificador, por lo que merece ser reproducido por extenso: “Cuando nos retiramos de la lucha, a las 7’30 de la mañana, Dewey se encontraba en una situación grave. Durante más de dos horas habíamos combatido a un enemigo determinado y valiente sin haber conseguido disminuir el volumen de su fuego. Es verdad que tres, por lo menos, de sus barcos están ardiendo, pero también los estaba uno de los nuestros el Boston. Y los incendios habían sido extinguidos sin daño visible a los buques. En general, nada importante había ocurrido que nos permitiera decir que Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2019, pp. 224-252. ISSN: 0482-5748


RHM_extra_1_2019
To see the actual publication please follow the link above