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LA GESTA DE LA DEFENSA DE LA POSICIÓN DE BALER... 265 Las muertes continuaron en octubre, el 9 por la noche falleció el cabo José Chaves Martín y en la madrugada del 10, el soldado Ramón Donat Pastor. Los ataques se sumaban a las desgracias y arreciaban con más saña. El 13 a media tarde sufrieron uno especialmente violento. La esquirla de un proyectil hirió de gravedad al teniente Vigil en el costado derecho14 mientras rezaban el Rosario, una costumbre diaria que instauró el padre Carreño y que muchos continuaron el resto de su vida. El día 18 falleció de beriberi el teniente Alonso, asumiendo su compañero Martín el mando del destacamento. Este triste relevo coincidió con el agravamiento de la situación. El capitán ya presentaba síntomas de la enfermedad, el médico estaba gravemente herido y algunos días solo 18 individuos estaban en condiciones. En las guardias también se turnaban los enfermos, que eran llevados en brazos desde el catre hasta el puesto. Impresionaba ver aquellos hombres plantados frente a la aspillera, vigilantes en la oscuridad bajo un inmenso silencio que solo se rompía con el ruido de los tosidos. En un intento de mejorar la higiene del recinto el teniente Martín cambió el terraplenado de la puerta por otro sistema que permitía la circulación de aire fresco y colocó un canalillo de lata en el urinario que vertía al exterior15. Pero la muerte no otorgaba un respiro, el 22 fallecía el soldado José Lafarga Abad de disentería y el 25 Román López Lozano de beriberi. Al mismo tiempo el combate no daba tregua, el 22 un cañonazo echó abajo la tronera de una ventana16. Aquellos hombres estaban tan agotados que los trabajos para repararla no pudieron acometerse y el capitán, en una de sus últimas órdenes, aumentó el tocino del rancho y autorizó la venta de víveres para mejorar la alimentación. El papel del teniente médico Vigil de Quiñones fue en todo momento ejemplar, pero especialmente en esta etapa. La presencia del médico reconfortaba y daba esperanza a los enfermos. Vigil se curaba la herida con la ayuda de un espejo y se hacía trasladar en una silla para atender a los enfermos y heridos. Aquellos valientes, esperaban la muerte con resignación e incluso con ironía, llegando a elaborar unas listas que llamaban «expediciones a la otra vida» en la que los enfermos se ordenaban según su evolución. Algunos estaban en «expectación de embarque» incluso vaticinaban fulano y mengano marcharán en la primera expedición, en la segunda irán este y este, y así sucesivamente. 14 Según su nieta, cabía un puño en el hueco dejado por la cicatriz 15 El corral era un verdadero foco de inmundicia y de moscas. 16 Al otro día una bala entró por esa ventana hiriendo gravemente a Miguel Pérez Leal en su mano derecha dejándola inútil de por vida. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2019, pp. 265-300. ISSN: 0482-5748


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