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60 LUIS E. TOGORES SÁNCHEZ Las fuerzas del apostadero de Manila y las de todas las estaciones navales y guarniciones militares diseminadas por el islario -Zamboanga, Clamianes, Cebú, Balabac, Puerto Princesa, Tawi-Tawi, Joló, Davao, Osilan y Pollock- se componían de una heterogénea cantidad de buques que desarrollaban misiones más de policía y contrainsurgencia que estrictamente militares. Sin lugar a dudas, estas flotillas coloniales fueron las tropas españolas que más operaron durante el siglo XIX, llevando adelante, los jefes que las mandaban, no sólo misiones estrictamente castrenses sino incluso muchas de carácter científico y diplomático, que les requería el servicio en aquellos archipiélagos24. En 1842 la Armada mantenía en Filipinas para el servicio de lanchas y faluas unos efectivos de tres secciones de 150 hombres al mando de un comandante de Infantería Marina25, siendo el estado de los buques útiles en el archipiélago, la artillería que montaban, fuerzas que los guarnecían, efectivos en campaña, así como los desarmados en dársena, el siguiente26: BUQUES Goleta Mosca 1 8 40 1 40 1 Paylebot Tirol 1 8 40 1 40 1 Lanchas 1 40 2 40 3 200 11 14 Faluchos 1 4 2 40 2 40 4 4 Faluas 1ª clase 1 4 2 30 21 650 4 22 Faluas 2ª clase 6 2 4 25 2 18 4 15 Barangayanes 4 4 25 2 30 4 4 TOTAL 11 70 14 240 32 1018 27 61 Las embarcaciones citadas, por causa de su pequeñez, se empleaban, casi exclusivamente, en la lucha contra los piratas moros, siendo para este objeto casi inútiles al ser más pesadas y lentas que los paraos de éstos. Todos los barcos en servicio eran hasta mediados del XIX a vela, aunque se comenzaba la puesta en servicio de pequeños vapores -cañoneras-, 24 RODRÍGUEZ, A.R.: op. cit., pp. 41. 25 El batallón que existía de Granaderos de Marina estaba asentado en Cavite. Sobre estos nos dice en su página 11 el Informe sobre el estado de las Islas Filipinas en 1842: “Las faluas en donde se embarcan estos soldados son muy pequeñas; entran con su casaca, mochila, morrión y fusil y ya es mucho cuando no se marcan. La gente que se metiese en este género de embarcaciones había de ser tan apta y dispuesta a remar como a batirse: nada de casaca, ni morrión, ni fusil, sino cortos y gruesos trabucos, granadas de mano de hierro, o vidrio, y frascos incendiarios”. 26 MAS, Sinibaldo: Informe sobre el estado de las Islas Filipinas en 1842, Madrid 1843. Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2019, pp. 60-86. ISSN: 0482-5748


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