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Teniente coronel Millán Terreros 55 Cuerpo y de sus glorias, La Legión os ofrece una carrera militar digna: podréis llegar a capitanes del Tercio1. Se admiten españoles y extranjeros, con edades comprendidas entre los 18 y los 40 años. Primas de enganche: por cinco años, a españoles: 700 pesetas; a extranjeros: 600 pesetas. Por cuatro años, a españoles, 500 pesetas; a extranjeros: 400 pesetas». Así rezaba la propaganda de los carteles anunciadores. Pero hasta llegado este momento de ver pegados en las paredes de las calles y plazas de nuestra geografía, así como en estaciones de ferrocarril, cantinas y otros centros urbanos de reunión, junto a consulados y embajadas de España en el extranjero, los carteles que invitaban a alistarse en el nuevo Cuerpo del Ejército español, su fundador, el teniente coronel don José Millán Terreros (que unos años más tarde modificaría su primer apellido por el compuesto de Millán-Astray), cuya idea de formar una legión de extranjeros ya bullía en su cabeza desde que hizo la campaña de Filipinas cuando era un jovencísimo segundo teniente de infantería, tuvo que sortear toda una serie de obstáculos, recelos, incomprensiones y desconfianzas que hubiesen hecho desistir de su idea fundacional a cualquier otro que no hubiese poseído la tenaz insistencia y la convicción profunda de tan ilustre jefe. Contando pues con el decidido e importantísimo apoyo de su majestad el rey don Alfonso XIII, el teniente coronel Millán Terreros tiene, al fin, la profunda satisfacción de ver publicado en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, en su edición del día 29 de enero de 1920, un real decreto firmado por el rey y el ministro de la Guerra el día anterior (28 de enero), en cuyo tenor literal se establecía: «Con la denominación de Tercio de Extranjeros se creará una unidad militar armada cuyos efectivos, haberes y reglamento, por el cual ha de regirse, serán fijados por el Ministerio de la Guerra». Como es obvio, la publicación de este real decreto, y según hemos reflejado en los párrafos que anteceden, llenó de íntima alegría y profunda satisfacción a don José Millán Terreros, al hacerse realidad sus sueños fundacionales. Aun así, todavía tendría que S.M. el rey Alfonso XIII


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