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Revista_Ejercito_946

57 septiembre de  1920 (Diario Oficial n.º  197), el rey otorga el mando del Tercio de Extranjeros al teniente coronel don José Millán Terreros, y por otra disposición del mismo rango normativo, de fecha 4 del citado mes, se fijan las normas y condiciones para la organización y reclutamiento del nuevo Cuerpo. El puesto de mando del jefe del Tercio se establece en Ceuta, en el viejo Cuartel del Rey, y allí, el 11  de septiembre de  1920, toma posesión de su hasta ahora solo nominal mando el teniente coronel Millán Terreros. La filosofía que lleva al teniente coronel fundador a la creación del Tercio (aunque esta sea la denominación oficial, él siempre le llamará Legión) la plasmó en el Credo Legionario, base espiritual de La Legión, médula y nervio, alma y guía, rito y compendio de la mística que impregna la vida de milicia en esta fuerza de élite. En el Credo, y en unos magistrales artículos redactados por el propio teniente coronel, se va configurando el ser y el sentir del legionario de ayer, de hoy y del mañana. Su permanente recuerdo le acompañará mientras dure su compromiso en este glorioso Cuerpo, y aún me atrevería a decir que durante toda su vida. Y volviendo al teniente coronel Millán Terreros, hemos de decir que ya desde el mismo día de su nominal toma de posesión tiene revolucionadas a todas las autoridades de la plaza de Ceuta. Son tantas las cosas que le hacen falta que todos los apoyos que se le puedan prestar, por pequeños que estos sean, se le antojan insuficientes. Pero no es Pepe Millán (como cariñosamente lo conocen sus amigos y compañeros de promoción)3 hombre al que las adversidades le arredren fácilmente. En el orden de prioridades de los múltiples y variados asuntos que se acumulan sobre su mesa destaca, sin lugar a dudas, el pago de las «primas de enganche» a los nuevos legionarios y la cuestión de los uniformes con que se han de vestir los mismos. Referente a las primas, el teniente coronel interiormente se pregunta qué pasaría si el número de alistados es tal que la Intendencia y la Pagaduría Militar no pudieran hacer frente al pago de tan importantes cantidades. «En fin», piensa, «Dios proveerá», y sobre la marcha se intentará resolver este problema (al final no hubo ningún problema y, aunque con cierto y razonable retraso al tratarse de un Cuerpo fundacional, las primas, haberes y masitas se pagaron puntualmente). Respecto a los uniformes, estaba claro que hasta que se diseñara el nuevo y vistoso que tenía pensado para sus legionarios (y que durante muchos años se encargaría de confeccionar don José Benoliel en sus talleres de Ceuta) no habría más remedio que conformarse con los que le facilitaran los Cuerpos de la guarnición, sin más añadido diferencial que una pequeña cinta con los colores nacionales situada entre el segundo y el tercer botón de la guerrera. Por lo que respecta a sus primeros colaboradores y subordinados, casi al mismo tiempo que el teniente coronel, y llamados con urgencia, se incorporan el comandante Adolfo Vara de Rey, a quien Millán encarga la Jefatura del Detall (Mayoría) del Tercio; los capitanes Pablo Arredondo Acuña, que ya luce una Cruz Laureada de San Fernando y a poco ganará una segunda con la ofrenda de su propia vida (caído gloriosamente en los combates para el repliegue de Xauen, entre las posiciones de Xeruta y Hamara, el 19 de noviembre de  1924), Luis Valcázar Crespo, Eduardo Cobo Gómez (que murió en el combate de Taxuda, Melilla, el 10 de octubre de 1921) y Justo Pardo Ibáñez. A este último el teniente coronel lo nombra su ayudante y le encarga el diseño y confección del emblema del nuevo Cuerpo. A la mayor urgencia se incorporan también los tenientes, Ignacio Olavide Torres, el primer oficial llegado a La Legión, Horacio Pascual de las Cuevas (fallecido el 10 de enero de 1922, en la acción de Dras Assef, Tetuán) y Joaquín Moore de Pedro, barón de Misena (caído el día 10 de octubre de 1921, en el combate de Taxuda, Melilla). A estos se unirán muy pronto el comandante médico don Nemesio Díaz Mena y el músico mayor don Pedro Córdoba Samaniego. A finales de ese mismo mes de septiembre, el teniente coronel jefe está a la espera de que se incorpore su amigo «Franquito», diminutivo cariñoso con el que se conoce a un jovencísimo comandante llamado Francisco Franco Bahamonde, con el que Millán ha coincidido unos años atrás en un Curso de Información para Jefes celebrado en la Escuela Central de Tiro de Infantería, y al que tiene designado para el mando de la Primera Bandera del Tercio4. El propio Millán, en el prólogo del libro Diario de una Bandera, escrito por Franco, nos cuenta como fue esta designación: «Cuando hube de organizar La Legión pensé cómo habían de ser mis legionarios y habían de ser lo que hoy son; después pensé quiénes serían los jefes que me ayudasen en esta empresa y designé a Franco el primero, le telegrafié ofreciéndole el puesto de lugarteniente, aceptó en seguida y henos aquí». Y así, con este escaso pero valiosísimo número de colaboradores, el teniente coronel Millán Terreros se dispone a dar forma, ya en fase definitiva a la creación de esta unidad de choque integrada por soldados profesionales, tan reiteradamente soñada desde sus años mozos. 20 DE SEPTIEMBRE DE 1920. SE ALISTA EN CEUTA AL TERCIO DE EXTRANJEROS EL PRIMER LEGIONARIO En cuanto a la tropa, el primero en acudir a la sugestiva llamada de los carteles anunciadores fue Marcelo Villarreal Gaitán5, un ceutí de unos 30 años que ya había servido en el Ejército, donde alcanzó la graduación de sargento. Una vez licenciado marcha a Francia en busca de trabajo y, estimando que si afrancesa su nombre le sería más factible conseguirlo, lo deja en Marcel Villeval. No le fueron bien en Francia las cosas a Marcelo (pese al afrancesamiento del nombre), por lo que vuelve a la patria, retoma su verdadero nombre y apellido en castellano y se establece en su Ceuta natal, donde adquiere una barquita para dedicarse al noble oficio de la pesca de bajura. No debía de haber pescado mucho en la noche anterior a la mañana del día 20 de septiembre de 1920 cuando, paseando cariacontecido por el muelle ceutí de La Puntilla, nuestro hombre fija su mirada en un hermoso cartel situado en una de las paredes de la Junta de Obras del puerto de Ceuta, en el que se invita a alistarse en un nuevo Cuerpo denominado Tercio de Extranjeros. No se lo pensó dos veces Marcelo


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