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TEMAS GENERALES puesta en práctica desde junio de 1940. Localizado un convoy, ya fuera por el espionaje alemán o por un U-boat de patrulla, se avisaba por radio al resto de submarinos en el área, usando el sistema de encriptación Enigma. Los sumergibles acudían a la zona para atacar simultáneamente, a veces durante días, al desgraciado convoy. Los submarinos alemanes atacaban desde lejos, lanzando varios torpedos al centro del grupo, con la esperanza de que alguno hiciera blanco. Los más valientes franqueaban las líneas exteriores del convoy y desde el interior del mismo provocaban el caos. El escaso número de escoltas hacía lo que podía para proteger a los mercantes, pero eran pocos y carecían de apoyo aéreo. Cuando detectaban a un «lobo», se dirigían a él a toda máquina para pasar por encima y lanzarle sus cargas de profundidad por la popa, momento en el que se perdía todo contacto por sonar. Cuando el U-boat estaba en superficie, se le cañoneaba, y si estaba dentro del convoy o demasiado cerca, se le embestía. Estos por su parte atacaban, se sumergían y huían o se quedaban pegados a un mercante para evitar ser detectados y/o arrollados hasta que pasaba el peligro y se escabullían. Algunos de los ejemplos más trágicos de ataques a convoyes fueron los del PQ-17 en el océano Ártico, 33 mercantes con dirección a Rusia, en julio del 42, nueve U-boote con apoyo de la Luftwaffe hundieron 24 buques; al mes siguiente, el convoy SC-94, que partió de Canadá con dirección al Reino Unido con 36 buques, fue víctima de la «manada» del capitán Steinbrinck, que con ocho submarinos, más otros nueve «lobos» que se le unieron más tarde, echó a pique a 11 mercantes; el SC-107 perdió en octubre de 1915 sus 42 unidades. Al año siguiente parecía que la racha iba a continuar, por lo que el primer ministro Winston Churchill hizo números y las cuentas no salían; de continuar así, el Reino Unido no podría mantener el esfuerzo de guerra y tendría que claudicar. De hecho, en sus Memorias de la Segunda Guerra Mundial —por las que recibió en el Premio Nobel de Literatura— mencionaba que lo único que le llegó a quitar el sueño fueron los submarinos, comentario a tener muy en cuenta porque es bien conocido lo plácidamente que dormía el señor Churchill. Entre 1940 y 1944 unos cincuenta y cuatro convoyes fueron interceptados por las «manadas»; pero ya desde mayo de 1944 la tendencia cambió radicalmente y los submarinos se convirtieron prácticamente en las presas. Varios factores explican este cambio de tornas. Los británicos habían conseguido descifrar el código de las máquinas Enigma, así que podían seguir las órdenes dadas a los U-boote, lo que junto a la mejora de la detección radiogoniométrica hizo que se lograra conocer la localización de los submarinos en el momento en que se interceptaba su señal de radio; además se perfeccionó la tecnología radar, con lo que los U-boote podían ser descubiertos en superficie mientras los hidrófonos y el ASDIC los detectaban bajo la mar; los buques escolta (destructores y corbetas) se dotaron de cargas de profundidad 234 Marzo


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