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Erizo, que les permitían mayor radio de acción, además de no perder el contacto sonar con el objetivo en ningún momento durante el ataque; los convoyes se dotaron de escolta aérea (gracias a los portaviones de escolta y al mayor radio de acción de los nuevos aparatos) y a los aviones se les equipó con lámparas de alta potencia Leight, así que ya no quedaban zonas sin cubrir en el Atlántico, ni durante el día ni por la noche. La batalla del Atlántico se había perdido irremediablemente para los alemanes. Pero nada de esto incumbía ya al comandante del U-864, Ralf-Reimar Wolfram, ni a su misión. El capitán de corbeta Wolfram había mandado con anterioridad el U-108, con el que se había cobrado su primera, modesta y única presa en abril del 43, un carguero de 7.176 t perteneciente al convoy HX-234. En TEMAS GENERALES Capitán de corbeta Ralf-Reimar Wolfram. (Foto: www.wrecksite.eu). diciembre de este año se le confirmó el mando del U-864, y con él la misión que podría cambiar el signo de la guerra. Semejante responsabilidad y la enorme mala suerte de este U-boat hubiera necesitado quizás de un comandante con mucha más experiencia, pero esa especie estaba ya en «vías de extinción ». El plan era cruzar el mar del Norte, superar el extremo septentrional de la islas Británicas para alcanzar el Atlántico Norte y dirigirse hacia el sur; cruzar el cabo de Buena Esperanza, entrar en el Índico y dirigirse a la Base de Penang, en Malasia, donde entregaría a los japoneses componentes para el caza a reacción ME 262 y el interceptor cohete Me 163 Komet, así como los contratos firmados autorizando su construcción y las más de 60 t del mencionado mercurio en casi dos mil contenedores cilíndricos para los detonadores de las bombas japonesas. Todo este peso extra aumentó su calado y dificultó su gobernabilidad. 2020 235


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