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Cuadro de Francisco de Goya (Museo del Prado)
Foto superior e inferior: dos cuadros que representan la defensa
del parque de artillería de Monteleón realizadas por Joaquín
67
Sorolla (superior) y
Foto superior: La carga de los mamelucos contra las protestas
Foto inferior: las represalias de los franceses por el
levantamiento; los fusilamientos del 3 de mayo
derramándose la sangre de los primeros mártires
de la Independencia Española.
Los madrileños entonces se dispersaron en
todas direcciones, llevando la alarma por toda la
capital al grito de «¡A las armas!», produciendo
esto el levantamiento del pueblo de Madrid.
Para evitar la marcha del Infante acudieron a los
cuarteles, pero la obediencia debida a las órdenes
dadas de no intervenir impidió inicialmente la
fusión del pueblo con el Ejército.
En el Parque de Artillería se encontraba el
teniente de artillería Rafael de Arango, quien se
debatía entre la obediencia a dichas órdenes y el
sentimiento de abrir las puertas del Parque a un
grupo de paisanos que se agolpaban a la entrada
pidiendo armas. El Parque en ese momento
estaba servido por 16 artilleros, y guardado a su
vez, por un destacamento del ejército francés de
75 soldados mandados por un capitán. Éste ya
estaba preocupado ante la muchedumbre que se
agolpaba en las puertas del Parque.
Cuando llega al Parque el capitán Daoiz, el
teniente Arango siente gran alivio por su presencia
y le explica la situación. Daoiz le indica que no
pueden dar las armas al pueblo. Posteriormente
llega al Parque el capitán Velarde acompañado
por voluntarios del estado y paisanos. En un
principio el destacamento francés solamente deja
entrar al Parque a Velarde y al teniente Jacinto
Ruiz. Velarde, antes de presentarse a Daoiz, logra
que los franceses del Parque rindan las armas.
En ese momento los voluntarios entran y Daoiz
observa la escena.
Daoiz era el oficial más antiguo, y por
ausencia del comandante de artillería de la
plaza, se convertía en jefe del establecimiento.
Sin embargo, Daoiz vacilaba también entre
cumplir las órdenes de la Junta de Gobierno o
apoyar mediante las armas la causa que allí había
traído a los ciudadanos de Madrid. Velarde le
recuerda el compromiso para la sublevación de
los artilleros.
Un Daoiz reflexivo pero sereno, ante el clamor
del pueblo a la entrada del Parque, toma una
meditada pero difícil decisión y, reuniendo a los
artilleros que preparaban los fusiles, los conduce
a la entrada para dejar pasar a los paisanos que se
agolpaban fuera.
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