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Revista de Historia Militar 118

140 ESTEBAN MIRA CABALLOS principios del siglo XIX. España tenía dos graves problemas: uno, dificultades -a veces asfixiantes- de financiación, y segundo, un débil poblamiento, con una población que osciló en la Edad Moderna entre los ocho y los diez millones. Las expulsiones de las minorías étnicas, el gran número de religiosos, las levas de soldados y la emigración a las Indias lastraron continuamente el crecimiento demográfico. Por tanto, había escasos recursos financieros y graves dificultades para hacer reclutas. Sin embargo, en mi opinión, pese a estos dos serios problemas, la Corona consiguió mantener un sistema defensivo más o menos sostenible económicamente y moderadamente eficaz. A nivel terrestre se fortificaron puntos estratégicos, casi todos ubicados en el inabarcable perímetro costero del Imperio, mientras que la defensa naval corrió a cargo de varias armadas situadas estratégicamente. Todos colaboraron en la financiación: concejos, órdenes militares así como todos los estratos sociales, desde los nobles a los comerciantes, pasando por la propia minoría morisca hasta su expulsión. Todos se beneficiaban de la defensa y todos debían sufragar su mantenimiento. No se pudieron evitar sonadas derrotas y saqueos de puertos, pues era imposible predecir dónde y cuándo atacaría el enemigo. Pero los Habsburgo consiguieron mantener lo esencial de su territorio, con pérdidas muy marginales como la parte noroeste de la Española o Jamaica y mantener el control de las rutas oceánicas por donde llegaban las remesas de oro indiano. En la financiación del entramado defensivo colaboraron todos: cada uno de los reinos financiaba su propia defensa, mientras que los comerciantes, a través de la avería y otras derramas cedían una parte de sus ingresos en la defensa de las rutas de la Carrera de Indias y de los principales enclaves donde recalaban las flotas. Para concluir, permítame el lector insistir en mi hipótesis: pese a las dificultades extremas por las que atravesó el Imperio, el sistema defensivo, tanto terrestre como naval, funcionó razonablemente bien. Y digo más, precisamente, y al contrario de lo que se suele decir, ese fue a mi juicio el mayor mérito de la España Imperial. Otra cosa bien distinta es que precisamente esos excesivos gastos militares a los que tuvo que hacer frente la monarquía, y que en parte pudo haber evitado, terminaron empobreciendo a los reinos peninsulares. Como escribió Antonio Miguel Bernal, las remesas de metal preciosos que pudieron emplearse en inversiones productivas, terminaron pagando los ejércitos de mercenarios que debía mantener en diversas partes del Imperio106. 106 BERNAL: Ob. Cit. , p. 353. Revista de Historia Militar, 118 (2015), pp. 140-146. ISSN: 0482-5748


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