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Revista de Historia Militar 118

68 JUAN ANTONIO GÓMEZ VIZCAÍNO vulgares, llamando la del norte, la puerta de Murcia y la otra la puerta de San Ginés; a la mar tiene tres: la del muelle, que está en la plaza principal, derecha a la boca del puerto, la otra en la misma banda, en otra plaza de la pescadería, cuyo nombre tiene y la otra la puerta del Arsenal en otra plaza que sale a un llano donde se reparan y hacen los barcos y navíos». Años más tarde, en un extenso informe fechado en 22 de diciembre de 1589 que por orden del Rey emite don Juan de Acuña y Vela, por entonces Capitán General de la Artillería dice en lo que se refiere a Cartagena lo siguiente: «De la muralla de esta ciudad ya está V. M. muy informado, lo que yo puedo decir es que con muy poco como han dado el capitán Acosta y el capitán Carrera que la hubieron por orden de V. M. se podría defender a lo que fuese ejército formado por algún día si no se remedia cada día se va arruinando y los de aquí parece que la ponen peor por que en la parte que había alguna manera de foso lo han ido cegando con echar basuras e inmundicias en él ya han echado mas en alguna parte que casi empareja con algo de la muralla. Las garitas las dejan caer, todo un lienzo de muralla de baluarte a baluarte no tiene subida por que de ellos al muro no hay escalera ni la hay en otra parte. En donde junta un baluarte con la muralla tienen por defuera quitadas piedras y hechos agujeros y por allí con mucha facilidad suben y bajan los que quieren entrar y salir después de cerradas las puertas, y los muchachos entran y salen de día, héselo mostrado y dicho a la Justicia y Regidores vean lo que convendría remediarlo, en opinión tengo que no lo harán»40. Un incidente muy curioso y significativo ocurrido en el año 1590 nos vuelve a poner de manifiesto el poco respeto que los vecinos observaban ante la existencia de la muralla, ya que han construido numerosos portillos y suben y bajan por ellas cuando las puertas de la ciudad están cerradas o bien forman muladares junto a ella. Todo ocurrió en el cabildo de 24 de febrero cuando se reconoce que la fortificación se encontraba en un estado lamentable «viendose por doquier lienzos enteros de muralla convertidos en ruinas». El Corregidor que presidía el cabildo entendía que la ciudad debía proceder a su reparación y algunos regidores por el contrario que debía ser el rey quien costeara las obras ante la imposibilidad de atender a tan cuantiosos gatos, pero el presidente en forma muy airada les dijo que si no se acordaba el hacer las obras por cuenta y a expensas de la ciudad, «todos quedaban presos allí mismo», en el salón capitular, y «no saldrían sino con grillos» a dar cuenta de su rebeldía ante el consejo de guerra. Ante tan brutal 40 AGS: Guerra y Marina, leg 268. Citado por Federico CASAL MARTÍNEZ, en Historia de las calles de Cartagena, p. 32. Revista de Historia Militar, 118 (2015), pp. 68-76. ISSN: 0482-5748


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