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Revista de Historia Naval 131

EXPLORACIóN y ESPIONAJE EN TERRANOVA: LA JORNADA DEL CAPITáN ARES.... de Galicia y su población se dedicaba mayoritariamente a la pesca y al comercio marítimo (31). y es que, como ya hemos afirmado, tanto el País Vasco como Galicia, y más esporádicamente Cantabria, mantenían una intensa actividad pesquera de altura o de gran altura. Tanto era así que inicialmente se pensó en crear cuatro casas de la contratación: dos para regular el comercio indiano, ubicadas en Sevilla y Santo Domingo, otra ubicada en La Coruña para controlar el tráfico con la Especiería, y una última en algún puerto vasco para la navegación con Terranova (32). También debió de influir en la elección su cercanía a la frontera portuguesa, de donde procedían la carabela, el maestre y el piloto. El navío en cuestión era una carabela portuguesa de pequeño porte, a juzgar por su corta tripulación, de apenas diecinueve personas. Aunque no se cita el tonelaje exacto, debía de ser una carabela media, inferior a las 100 toneladas, pues las de este tonelaje solían llevar una tripulación de veinticinco hombres (33). Sorprende el tipo de barco y su escaso tonelaje, porque tanto franceses como vascos y gallegos utilizaban como bacaladeros preferentemente naos gruesas de 300 toneles (34). La tripulación estaba formada por tres oficiales (capitán, maestre y piloto), nueve marineros —uno de ellos calafate—, cinco grumetes y dos pajes. En total, aunque se pagaron los sueldos de diecinueve personas, cuando se inspeccionó el buque al regreso, el 17 de noviembre, solo había un paje, es decir, un total de dieciocho personas. Toda la tripulación, obviamente, iba asalariada, a diferencia de lo que solían hacer los bacaladeros, cuyos beneficios se repartían en tres partes: una para los armadores, otra para el piloto y la última para la tripulación (35). Pero en esta jornada, dado que no había un objetivo lucrativo, los salarios y fletes los debía aportar íntegramente la Corona. Ello suponía un desembolso mensual de 65 ducados, es decir, unos 24.375 maravedíes. Dado que se estipuló ante notario que la tripulación cobraría sueldo desde el 18 de julio de 1541 y que desembarcó en Bayona el 17 de noviembre de ese mismo año, el salario se prolongó por cinco meses, hasta alcanzar ese total de 325 ducados. Los dos primeros meses se abonaron por anticipado, y el resto, en dos pagos al regreso, uno el 10 de febrero de 1542, y el finiquito final, el 7 de noviembre de ese mismo año. Por cierto que a última hora se produjeron algunos cambios en la tripulación. El maestre de la carabela portuguesa con el que se había concertado el aposentador era un tal juan Álvarez, vecino de Oporto; sin embargo, el maestre que hizo la travesía fue el ya citado juan Alonso (31) No hay datos concretos para Bayona, pero se pueden extrapolar los de Pontevedra, donde, en 1588, casi el 70 por 100 de los cabezas de familia declararon ser pescadores o mareantes. SAAVEDRA FERNÁNDEZ: op. cit., p. 129. (32) BERNAL, Antonio Miguel: España, proyecto inacabado. Costes/beneficios del Imperio. Marcial Pons, Madrid, 2005, pp. 180-181. (33) PEREIRA FERNÁNDEZ: op. cit., p. 294. MÉNARD: La participación gallega…, p. 110. (34) Así lo declaran testigos guipuzcoanos en una información realizada en Donostia en 1555. FERNÁNDEZ DURO: op. cit., vol. VI, pp. 361-362. (35) MÉNARD, Caroline: «La participación gallega…», p. 111. Año 2015 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 47


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