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que le brindaron dos buques norteamericanos de guerra: la corbeta Canadaigua, comandada por el teniente Seaton Shoroeder, y el cañonero Kansas, al mando del comandante Allen V. Reed. Como no podía ser menos, el comandante del Pizarro informó a los mandos navales norteamericanos sobre las actividades delictivas que realizaba el Virginius y les previno de que denunciaría al citado vapor ante la justicia estadounidense, así como que lo detendría en cuanto lo encontrara en alta mar. El Virginius consiguió, finalmente, salir de Aspinwall (Colón) después de que el propio gobierno colombiano pagara una deuda portuaria contraída por el citado vapor, y se desplazaría al puerto venezolano de Puerto Cabello, donde un mes más tarde embarcó a setenta expedicionarios venezolanos (la denominada «Vanguardia Venezolana de la Expedición Bolivariana»), junto con abundante armamento y munición: 780 fusiles, 400.000 proyectiles de rifle y varios barriles de pólvora y cincuenta acémilas para su transporte por las sierras cubanas, por lo que fue conocida como la «expedición de los burros». Los expedicionarios conseguirían desembarcar en las costas cubanas a mediados del mes de junio de ese mismo año. Captura del vapor mercante español Moctezuma (noviembre de 1877) Leoncio Prado, hijo del expresidente peruano Prado, consiguió capturar en noviembre de 1877, en el dominicano Puerto Plata, al vapor correo español Moctezuma, con el que intentaría romper varias veces la vigilancia española de la isla de Cuba. Al no conseguirlo, viéndose continuamente perseguido y acosado por unidades de la Marina de Guerra española, el vapor, al que había rebautizado con el nombre de Céspedes, Padre de la Patria, terminó siendo incendiado el 3 de junio de 1878, por sus propios tripulantes, en las costas de Honduras para evitar su captura por el vapor español de guerra Jorge Juan. Principales acciones de la Marina de Guerra española durante el conflicto Introducción Como contrapartida a las expediciones filibusteras de los insurgentes, las autoridades militares españolas de Cuba intentaron evitar, con todos los medios disponibles —que eran muy importantes—, que estas alcanzaran su objetivo final de introducir clandestinamente en la isla tropas y armas. En primer lugar, el capitán general de Cuba, general Domingo Dulce, emitió un decreto con instrucciones concretas para la detención, en aguas españolas o en los mares próximos de las islas de Cuba y Puerto Rico, de buques sospechosos de transportar «gentes, armas, municiones, etcétera, en auxilio de la insurrección». En este decreto, de 24 de marzo de 1869, se indicaba claramente que los buques detenidos, una vez comprobado que transpor- AÑO 2015, SUPLEMENTO N.º 22 A LA REVISTA DE HISTORIA NAVAL. Núm. 131 31


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