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ARMAS Y CUERPOS 132

al rey en sueños un día antes de enfrentarse a los moros para revelarle que, por designio divino, había sido nombrado patrón de las Españas y que le ayudaría si recurría a él en el combate. Por ello, Ramiro, en el momento crítico de la lucha, invocaría al apóstol con el grito: ¡Dios, ayuda a Santiago! Al instante, el apóstol, montado sobre un caballo blanco, se apareció tras una nube, dispuesto a luchar contra los moros, que serían vencidos. El relato es posiblemente la mitifi cación de la segunda batalla de Albelda; en realidad, un cerco a dicha localidad de La Rioja y se refi ere seguramente al intento de romper la línea de presión cristiana a la ciudad en el Monte Laturce. Efectivamente, la arqueología ha confi rmado que allí se produjo un duro combate. Santiago con el brazo articulado para armar a los caballeros (Monasterio de Santa María de las Huelgas de Burgos) 82 Armas y Cuerpos Nº 132 En el siguiente siglo, un monje anónimo del Monasterio de San Pedro de Arlanza, escribiría el Poema de Fernán González, canto épico que describe con detalle el relato de la victoria del conde en la batalla de Hacinas; combate que duró tres días y cuya historicidad también ha sido discutida, porque difícilmente Fernán González pudo combatir contra Almanzor. Hay quien asegura que fue en esta batalla donde se invocaría por primera vez al apóstol con la expresión de ¡Santiago y cierra España!, grito que daría el propio conde. Sin embargo, en el poema sólo se invoca al apóstol por su nombre. Aunque en otros relatos del siglo XIII de esta batalla se da primacía a San Millán, seguramente para reafi rmar el llamado Voto de San Millán, santo que había sido considerado patrón y protector del reino castellano, el apóstol acabó por desplazarlo en la piedad e invocación de los cristianos. A partir de entonces, Santiago sería transformado en un capitán general que dirige a las huestes cristianas. Así lo afi rmaba el catedrático de arte de la Universidad de Valladolid, Juan José Martín González, ya fallecido. El grito tradicional de ¡Santiago y cierra España! no se ha podido averiguar cuando los cristianos lo empezaron a utilizar contra sus enemigos musulmanes del Ándalus. Algunos afi rman que en la batalla de Las Navas de Tolosa, pero no hay datos seguros que lo certifi quen y temo que tal invocación al apóstol sea todavía más tardía. Tampoco aparece en el Cantar del mío Cid. A fi nales del siglo XIII, en uno de los romances de los Infantes de Lara, podemos leer: Los infantes lo reciben con sus adarmes y lanzas ¡Santiago, cierra, Santiago! A grandes voces llamaban que puede ser el inicio de la invocación. El historiador René Quatrefagues recoge dos relatos, ya del siglo XVI, en los que se pide también la intervención del apóstol. Los reproduce en Los Tercios (Ediciones Ejército. Madrid, 1983). Asegura que, hacia 1567, antes de entrar en combate y después de la oración tradicional, efectuada


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