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CUADERNO DE PENSAMIENTO NAVAL 20

J. PERY PAREDES MacNamara, quedó reflejado en las tensas relaciones que mantuvo con todos los jefes de Estado Mayor durante la crisis de Cuba al tratar de limitar las acciones militares, que hasta entonces se movían entre el todo y la nada, para darles sentido político, esto es, dejar margen al adversario para reconsiderar la situación, para establecer un «juego político» que con el tiempo se ha denominado gestión de crisis y que responde a principios diferentes a los hasta entonces establecidos por los estrategas militares que consideraban que agotada la diplomacia, la guerra era la prolongación natural. Este no fue el único incidente mayor de MacNamara con los mandos militares, se puede recordar otro botón de muestra, el enfrentamiento que mantuvo con el almirante Felt a consecuencia del rescate, fallido en su ejecución, del teniente de navío Klusmann, piloto naval caído en laos, para cuya operación el almirante no aceptó la decisión mancomunada de los secretarios de Estado y Defensa de abandonar a su suerte al piloto y exigió a MacNamara que le pusiera en contacto inmediato con el Comandante en Jefe de la Fuerzas Armadas: el presidente de los Estados unidos (9), quién finalmente autorizó el rescate. otro elemento a considerar es el profundo debate que estas relaciones han tenido entre las diferentes opciones políticas estadounidenses a raíz de la ley que estableció la «acción conjunta» de las fuerzas armadas. Sin duda este debate, fruto de la historia inmediata de los Estados unidos y de las enseñazas, siempre extraídas de los conflictos y nunca de postulados teóricos, proporcionaron a sus actores, ya fuesen políticos o militares, culminó con la aprobación de la ley Golgwater-Nichols. Sin embargo, al ser un producto de la cultura estadounidense, lo que se acepta como norma sirve de partida para un nuevo periodo de tiempo pero no como final de la historia, así que ese debate sobre cómo conducir la acción de las fuerzas armadas se mantuvo y se mantiene en la actualidad. un debate que permite actuar a los Estados unidos como líder en esta materia. Al fin y al cabo, el líder es aquel que se pone al frente de un equipo y es capaz de abrir un camino donde no lo había para facilitar el tránsito de los demás. En este contexto, las relaciones político-militares y, en muchas facetas más amplias, las cívico-militares preservan dos principios a lo largo del tiempo: la unidad de mando, entendida como una cadena sin interrupción entre el presidente de los Estado unidos y el último soldado en el campo de batalla, y la diversidad de opciones a estudiar, procedentes de todo el horizonte social, antes de tomar una decisión. (En la metodología naval española estos dos principios se corresponden con: la libertad de pensamiento para proporcionar opciones al mando y la adherencia a la decisión del mando una vez tomada). Para ilustrar este modus operandi estadounidense cabría traer a colación las (9) tIERNEY, Glenn: …put me througt the Commander in Chief. u. S. Naval Institute Proceedings Magazine. Julio, 1999. 30 CuADERNoS DE PENSAMIENto NAVAl Número 20


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