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AEROPLANO 33

tanto tiempo, poder volar los Mosca con los pilotos soviéticos. Junto a él, en ese codiciado destino de un escuadrón soviético, estaría Al Baumler, el otro único piloto de caza estadounidense que quedaba en ese momento, ya que Whitey Dahl estaba de permiso por enfermedad. El 4 de abril, Tinker se traslada con su Unidad al aeródromo de Sarrión, en Frente de Teruel y en la segunda misión que realizaba el 17 de abril, pilotando el I– 15 CA– 058 cerca de Teruel, pudo interceptar y derribar un Heinkel– 51. Durante este combate mantuvo un largo enfrentamiento aéreo con Ángel Salas Larrazábal, terminando sin derribos. La Escuadrilla volvería a Azuqueca de Henares el 23 de abril, donde pilotaría los Chatos CA– 056 y CA– 058. Días más tarde es trasladado a la escuadrilla Kosakov en el aeródromo de Camposoto. El 17 de mayo, él, Albert Baumler y Harold Dahl fueron destinados a Alcalá de Henares, al Escuadrón ruso de I– 16 Mosca de Lakeev, pasando la prueba en vuelo en ese caza sin problema alguno. Allí, harían sus primeros vuelos en los Moscas monoplanos el 30 de mayo de 1937. Tinker exclamaría que eran maravillosos, anotando cómo en uno de los aparatos de entrenamiento bastante usado, en el que efectuó su primer vuelo, alcanzó inmediatamente las 250 millas por hora. Lo que se podría alcanzar en un picado fuerte nunca lo pudo averiguar, porque el anemómetro no indicaba más allá de esa velocidad. Pero Tinker pudo comprobar que esos cazas había que pilotarlos con cuidado. Él estaba acostumbrado a los biplanos Chatos, intentó maniobrar como con éstos y el Mosca entró en barrena. En una misión del 2 de junio, mientras escoltaba a un bombardero pilotando el I– 16 CM– 070, Tinker se vio envuelto en un combate aéreo con varios Fiat, logrando derribar a uno de ellos cerca de Segovia. Sería su cuarta victoria en combate aéreo. La escuadrilla fue trasladada a un aeródromo próximo a Barbastro y los días 14 y 16 Tinker lograría dos nuevas victorias, cuando participaba misiones de escolta, al abatir a otros dos Fiat CR– 32 con el I– 16 Mosca, número CM– 023. Cuando abatió a uno de los Fiat y su piloto se preparaba para saltar de la cabina en paracaídas, al parecer no intencionadamente, disparó de nuevo alcanzándole mortalmente. Este hecho le atormentaría durante toda su vida. Quizá esto fuera la causa por la que dañó el ala izquierda de su avión cuando aterrizó después del combate. Baumler también lo haría con problemas a llegar con el suyo, pues había sido alcanzado en la parte posterior por las balas explosivas que impactaron en la cola, disparadas por un Heikel– 51. Afortunadamente, para él los fragmentos habían pasado primero a través de la pared blindada de su asiento, por lo que las heridas que recibió fueron superficiales y pronto estaría listo para entrar en acción. Por entonces, los pilotos norteamericanos pasaron a volar con la escuadrilla del ruso Valentín Ukov, pero continuaron en su base de Barbastro. Después del 19 de junio, la Unidad de Tinker retornaría al aeropuerto de Barajas. En la última semana del mes de junio, obtuvo un permiso para descansar y recuperarse del cansancio acumulado durante sus vuelos de combate. Tres semanas más tarde, Tinker resultó herido en su dignidad. Disfrutando una noche en Alicante, ciudad donde iban los pilotos de permiso, había estado bebiendo botellas de ginebra en su habitación y después de unos tragos decidió que podía irse a pasar la noche a Valencia, a 165 Km de Alicante. Con increíble optimismo, compró una bicicleta en una tienda próxima. A medianoche, ayudado por la ginebra, había pedaleado unos 25 kilómetros cuando comenzó a coger velocidad en una cuesta abajo. Su experiencia en bicicletas era con las fabricadas en EE.UU., que tenían los frenos detrás de los pedales, mientras que las europeas los tienen en el manillar. De pronto vio a dos guardias civiles en la carretera y comenzó rápidamente a pedalear hacia atrás, pero la bicicleta no se frenaba y atropelló a uno de los agentes, por lo que el otro rápidamente le disparó. Por suerte, el proyectil era de calibre pequeño y solamente fue herido en el lado derecho del abdomen. Los guardias, al reconocer que habían herido a unos de los pilotos más renombrados del escuadrón de caza soviético, pidieron disculpas y lo trasladaron al hospital militar de Alicante. A consecuencia de la herida estaría de baja hasta el 5 de julio, fecha en la que fue trasladado a Barajas en unión de Albert Baumler, mientras que Harold Dahl fue destinado de nuevo a los Chatos. El 12 de julio, una semana después de comenzar la Batalla de Brunete, ya recuperado, vuelve al servicio activo y está listo para participar en tres disputados combates aéreos, en vuelos diferentes. Frank Tinker se convertiría en el primer piloto de EE.UU. en conseguir derribar un Messerschmitt Bf– 109, cerca de Madrid. La hazaña tuvo lugar el 13 de julio. El caza alemán Bf– 109B– 2 pertenecía a la Legión Cóndor e iba pilotado por el oficial Guido Honess. Cuatro días después, el 17 de julio, de nuevo cerca de Madrid y en una misión junto con otros cazas I– 15 dando escolta a 19 bombarderos, lograría su última victoria aérea en España. Fue cuando cazas nacionales Fiat y Messerschmitt atacaron a los bombarderos. Tinker vio cómo uno de los I– 15 Chatos soviético era atacado por tres Messerschmitt– 109. Entonces llevó a los dos pilotos que volaban con él para proteger al Chato, pero era demasiado tarde, ya había sido derribado y cayó fuera de control. Tinker lograría abatir a uno de los Fiat, mientras su punto dos derribó a otro más. De vuelta a la base, Tinker se enteró que el piloto del Chato era Whitey Dahl, recién incorporado de su estancia en el hospital de la Riviera francesa. Mientras Baumler estaba en tratamiento en el hospital militar de Valencia, manifestó su deseo de regresar a EE.UU. tras recibir el alta médica. Tinker, se encontraría aislado entre los pilotos extranjeros. Uno a uno los aviadores soviéticos que había conocido estaban siendo reemplazados por otros más jóvenes y deseosos de adquirir experiencia de combate. Además, estaba el problema del idioma y él solamente podía encontrar alguno con quien conversar. Era ya finales de julio de 1937. Al mismo tiempo los aviadores españoles que habían estado recibiendo entrenamiento en Rusia estaban regresando para asumir sus servicios en defensa de la República, por lo que ya no era necesario emplear a pilotos extranjeros voluntarios. Tinker llevaba en España cerca de siete meses, obteniendo 8.000 dólares en bonos además de su sueldo. 92 Lápida de la sepultura de Tinker.


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