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RHM_extra3_2015_500 años Gran Capitán

EL GRAN CAPITÁN. GENIO REVOLUCIONARIO DE LA TÁCTICA ... 125 los 17 y los 40 años, aunque recomendaba empezar con los más jóvenes y que se formaran junto a los veteranos. El honor, que se reverenciaba en todos los niveles, era lo que movía fun-damentalmente a cumplir con su obligación al soldado mercenario, pero los contratos los consideraban también sagrados y no se admitía, sin rebelarse, el no cobrar a tiempo y según lo convenido, convirtiéndose esto en uno de los principales problemas a solucionar en todos los ejércitos. El ejército se completaba con extranjeros, contratados a veces por uni-dades completas. Es la hora de los “Condotieros”, militares profesionales puestos a sueldo bajo cualquier bandera, con una muy buena y seria reputa-ción de estrictos cumplidores de lo firmado. Los suizos, eran, como se ha di-cho, la mejor infantería del momento. Soldados eficaces, fuertes y leales es-taban solicitados por los más poderosos países, entre ellos siempre Francia. Los “Lansquenetes”, alemanes tudescos de las húmedas selvas alemanas, eran fornidos soldados a los que les costó acostumbrarse a las secas tierras italianos. Como los suizos eran disciplinados y leales y los únicos capacita-dos para enfrentarse a ellos en terreno abierto. Resultarán vitales en las filas españolas. Las tropas de D. Gonzalo se completaban con los italianos, en cuyo auxilio había acudido el ejército enviado por los Reyes Católicos y que luchaban en su tierra por sus propios intereses. 4.- Y como aplica todo lo anterior a casos concretos Para la primera campaña de Italia, los Reyes Católicos envían en ayuda de la reina Juana, hermana del rey Católico, un pequeño ejército, a cuyo mando ponen sorprendentemente al segundón de la casa de Aguilar, con buenas experiencias militares pero nada que ver con las de, por ejemplo el II duque de Alba. Tendrá que enfrentarse a un enorme ejército francés de 20.000 infantes y 5.000 jinetes que desde febrero de 1495 se encuentra en Nápoles. Una posible explicación, al tamaño del ejército español y al mando que se pone a su frente, podría ser que D. Fernando nunca aspiró, con lógica, a lo que siglos más tarde Clausewitz, denominó “victoria de aniquilamiento”, sobre el coloso francés. El genio del mejor estadista de la época, el rey Ca-tólico, no perdía de vista la amenaza permanente que Francia proyecta sobre Aragón y sobre Navarra y quizás aspirara simplemente a tener al enorme ejército francés empantanado en tierras italianas y conseguir ampliar sus do-minios con la Calabria y parte de Nápoles. El nombramiento de D Gonzalo es, en sí mismo, un mensaje tranquilizador para el rey francés. Y todo ello Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2015, pp. 115-142. ISSN: 0482-5748


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