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RHM_extra3_2015_500 años Gran Capitán

EL GRAN CAPITÁN. GENIO REVOLUCIONARIO DE LA TÁCTICA ... 139 capitán español se decía, en voz baja, que cuando peleaba a caballo, debido a su pequeñez y deforme figura, se adaptaba de tal forma al animal que solo a el caballo se veía y por encima, como sobrevolando, una espada justiciera, que acababa con cuanto enemigo encontraba. Cuando, tras tres días y sus noches de combate continuo, los franceses recruzaron el río habían sufrido la pérdida de una gran cantidad de material y de unos 2.000 hombres, la mayoría ahogados en el río. Esta derrota supuso la dimisión del marqués de Mantua y el relevo en el mando de las tropas francesas por el marqués de Saluzzo. Ambos ejércitos permanecen expectantes mientras aumenta el frío y las lluvias y los soldados sufren el hambre y enfermedades sin cuento. Pero la moral ya está de parte de los españoles, que ven como sus capitanes compar-ten con ellos todas las calamidades, mientras los capitanes franceses se van retirando buscando mejores condiciones de vida. El propio Gran Capitán dormía en una cabaña próxima al río, comía lo que sus soldados y a diario visitaba las trincheras y aún así era tal la dureza de la situación que hubo de reprimir más de un intento de sedición. Aquí, parece ser, adquirió D. Gonza-lo las fiebres transmitidas por la picadura de mosquitos, llamadas cuartanas entonces y que no sería sino probablemente el paludismo o la malaria, y que acabarían años después con su vida en Granada. La ya alta moral, que Napoleón años más tarde juzgó capaz de triplicar el número de hombres de un ejército, recibió un buen empujón con la llegada del jefe de los Orsini, Bartolomé D´Albiano, que cumplía así con don Gonzalo las deudas morales pendientes, aportando al frente 300 hombres de Armas, 2.000 infantes y 400 jinetes. Fernández de Córdoba, en los días anteriores a la fiesta de Navidad, se retira a pueblos de la retaguardia, engañando a los galos que lo consideran como una renuncia a combatir en esas condiciones, lo que no era sino la práctica habitual en la época. Los espías franceses e incluso los presos espa-ñoles confirmaban lo que parecía un alto el fuego definitivo y que solo don Gonzalo sabe que no es sino el preludio del ataque final. El montillano da descanso a sus tropas durante la tregua pactada para los días 25 y 26 de diciembre, que respeta por supuesto escrupulosamente pero que la aprovecha para buscar un punto de paso para cruzar el río y para en una difícil reunión con sus capitanes, que también daban por hecho un largo y merecido descanso para sus cansados hombres, comunicar su decisión de sorprender a los franceses con un rápido paso del río y un ataque en masa. El miércoles 27 de diciembre, salía de Sessa el Gran Capitán con el grueso de su ejército, cruzando en secreto y en medio de un terrible tempo-ral el río Garellano 6 millas al norte del campamento francés, mediante un Revista de Historia Militar, II extraordinario de 2015, pp. 115-142. ISSN: 0482-5748


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